A algunos les parecerá exagerado, pero no lo es. Cada año, cuando empieza esta semana, siento que me secuestran en mi ciudad, que me convierto en un prisionero de gente intolerante, mal educada, que no me deja andar libremente por mis calles, las calles de todos y no de unos cuantos.
Y no lo digo tanto por los desfiles procesionales, como por la gente que se agolpa en las calles, sobre todo, la que ocupa, cubre, tapona, se adueña de las esquinas, en muchos casos, incluso, poniendo sillas de playa o banquetas del cuarto de baño, impidiendo el paso de los demás, el libre tránsito del peatón por las calles de Cádiz.
Si el ayuntamiento quiere hacer algo útil, por los que no estamos tan aburridos como para ver cada año los mismos desfiles, que cumpla con su obligación y facilite el paso libre por las calles, impidiendo que las esquinas las taponen los mal educados.
Y creo que la solución es sencilla. Que contrate, temporalmente, agentes de movilidad, identificados con un chaleco de los que se usan para dirigir el tráfico, que se sitúen en las sucesivas esquinas del itinerario procesional, para permitir el deambular de los viandantes, al menos, por un pasillo habilitado en cada cruce de calles. Y conectados directamente con la Policía Local, por si algún patoso, de los que siempre hay, no respeta sus indicaciones.