Me preguntan mi opinión, sincera, sobre las diferencias entre el Barcelona y el Madrid. Y la respuesta es simple. Mientras en el Barcelona su gran figura siempre está ahí, siempre se implica y juega para ganar y para el equipo, en el Madrid eso no ocurre. Esa es la primera diferencia entre el Barcelona y el Madrid: Messi, frente a Ronaldo. Messi sabe que gana jugando con los demás; Ronaldo cree que debe hacerlo sólo, y desaparece en los partidos trascendentales, parece incapaz de superar el trauma culé.
Y del mismo modo, el ego de los entrenadores. Los dos van de figuras, los dos son creídos, pero uno sabe que su figura crece haciendo jugar al equipo, y el otro cree que sólo jugando él. Esa es la segunda diferencia, Guardilola, frente a Mourinho.
jueves, 18 de agosto de 2011
El arzobispo de Granada
El arzobispo de Granada, Javier Martínez Fernández ha vuelto a evangelizar a sus fieles con mensajes de trascendencia humanitaria: ha dicho que los crímenes de Hitler y Stalin son menos repugnantes que un aborto y, lo que es más aberrante, que la mujer que aborta da licencia sin límites para que los varones abusen de ella. Y por si no estaba suficientemente claro lo que dijo el arzobispo, desde la oficina de información de los Obispos del Sur, se ha aclarado que lo que el arzobispo quería decir es que el “ abuso que la mujer comete primero con su cuerpo y con su hijo”, la deslegitima para negarse a que el hombre abuse de ella “como si fuera un objeto”. “El arzobispo se refería a que si la madre es capaz de matar a su propio hijo, el varón tiene entonces autoridad absoluta para hacer lo que quiera con ella y con su cuerpo”.
Para los que quieran leer la homilía de este individuo –que fue denunciado por injurias y acoso por un sacerdote, que se sentó en el banquillo, aunque el tribunal determinó que el delito, al parecer probado, había prescrito-, la copio a continuación:
Queridos sacerdotes, niños de la escuela de cantores, hermanos y amigos:
Viendo cómo marcha el mundo, cada vez es menos difícil percibir hasta qué punto la celebración de la Navidad es incorrecta, porque la Navidad sacude los cimientos de este mundo para salvarlos, para recuperarlos, iluminados y purificados por la gracia y la misericordia de Cristo. Pero hoy la Navidad estorba, Cristo estorba, la cruz estorba, los cristianos y la Iglesia estorban a los que tienen la pretensión del poder absoluto. Es algo muy comprensible: la pasión del poder siempre ha sido muy fuerte en los hombres. Tan fuerte, tan poderosa y tan permanente en la historia como la lujuria, la envidia o el egoísmo, como cada uno de los siete pecados capitales. Estos pecados acompañan toda la historia humana, y es evidente que los seres humanos no somos capaces por nosotros mismos de liberarnos de ellos. Sólo Cristo tiene el poder de liberarnos de los pecados capitales.
En el mundo actual, se hace cada vez más visible la gran verdad que recordaba Juan Pablo II y que de otras mil maneras no deja de repetir Benedicto XVI: es posible construir un mundo al margen de Dios, al margen de Jesucristo -estamos asistiendo a su construcción-, pero se trata de la Torre de Babel. Este mundo morirá aplastado por sí mismo, por su propia pretensión de absoluto, y su caída será el signo, la señal de que un mundo contra Dios es un mundo contra el hombre. ¡Dios no es nuestro enemigo! ¡No es nuestro adversario! Es la única tierra firme sobre la que una vida humana -verdaderamente humana-, sobre la que un amor humano -verdaderamente humano-, sobre la que una sociedad humana, un trabajo humano, una economía y una política humanas pueden ser construidas.
¡Cuántos pecados hay en la historia cristiana que podemos reconocer visibles! ¡Tangibles! ¡Cuántos crímenes y asesinatos! Nos lo echan en cara constantemente como si nos avergonzaran. ¡No los ocultamos! Lo que sorprende no es el pecado ni el escándalo. Lo que sorprende no es que el mundo sea mundo. Lo que sorprende es la santidad, y la Iglesia siempre ha estado llena –y lo sigue estando ahora- de santidad. Lo que provoca sorpresa, estupor, asombro, y al mismo tiempo deseos de participar de su luz y de su gracia, es la santidad.
¿Pero qué es lo que produce un mundo sin Dios? Lo que produce nuestro mundo: desesperanza, tristeza y una desvalorización cada vez más radical. Pocas imágenes en la historia más tristes que la que han ofrecido nuestros parlamentarios aplaudiendo lo que por fin se ha convertido en un derecho: matar a niños en el seno de la madre. ¿Y a eso lo llaman progreso? Se promulga una ley que pone a miles de profesionales (médicos, enfermeras,…) -sobre todo, a ellos- en situaciones muy similares a las que tuvieron que afrontar los médicos o los soldados bajo el régimen de Hitler o de Stalin, o en cualquiera de las dictaduras que existieron en el siglo XX y que realmente establecieron la legalidad de otros crímenes, menos repugnantes que el del aborto. Porque es de cobardes matar al débil. Hubo en la Edad Media -en esa preciosa Edad Media que nadie se atreve a recordar porque tampoco es políticamente correcto- una orden militar cristiana donde los caballeros hacían el juramento de no combatir nunca con menos de dos enemigos a la vez, porque para un caballero cristiano era indigno combatir de igual a igual con quien no era cristiano.
El mundo puede llamarlo estupidez. Yo lo llamo valor. Pero matar a un niño indefenso, ¡y que lo haga su propia madre! Eso le da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar del cuerpo de la mujer, porque la tragedia se la traga ella, y se la traga como si fuera un derecho: el derecho a vivir toda la vida apesadumbrada por un crimen que siempre deja huellas en la conciencia y para el que ni los médicos ni los psiquiatras ni todas las técnicas conocen el remedio. Sólo existe una medicina para este crimen: el perdón, medicina que sólo conocemos los cristianos. Un médico que haya practicado cientos de abortos y que algún día caiga arrodillado, asombrado de su propia mezquindad humana, es abrazado por el Señor. Una adolescente engañada por el chico que abusó de ella o por sus padres, o por la imagen que tiene de sí misma, siempre tendrá en la Iglesia una casa, una familia y una madre.
Ayer mismo me referían el precioso testimonio de un niño deforme que había nacido sin un brazo y una pierna. Hoy casi es un adulto. Me contaban la alegría con la que vive su situación, cómo se baña en la playa junto a sus amigos con su brazo y su pierna ortopédica, y me decían que esa risa no existiría hoy en la creación si una madre hubiera decidido que no era estéticamente correcto tener un niño así.
Queridos hermanos, el mundo está en tinieblas, y un mundo así está abocado a la violencia y al pecado, al abuso de los hombres con los hombres. Esta licencia para matar no es más que un primer paso de la pérdida de libertad en nuestra sociedad, el primer paso –gravísimo- que anuncia que estamos ya en una nueva y terrible dictadura -¡terrible!- y que la libertad es una palabra vacía, porque el Estado tiene el poder de decidir para qué sí o para qué no somos libres, de decidir quién tiene derecho a vivir y quién no, qué es lo que tiene que haber en nuestra conciencia, cómo llamar a las cosas, o cómo deben ser nuestras relaciones humanas, incluso las más íntimas, qué es o no un matrimonio. No es una dictadura, no, es el tipo de autoritarismo tiránico de las sociedades primitivas. Y nosotros lo permitimos con una pasmosa tranquilidad, lo consentimos sin alterarnos porque el show tiene que continuar, porque tienen que seguir el consumo y la fiesta. Hoy toca fiesta, no se sabe por qué.
Porque si se celebrara o se tuviera realmente conciencia de lo que significa que Cristo ha nacido, sería imposible no vivir estas fiestas con un corazón grande y sencillo que no necesita gastar casi nada, que sólo necesita la amistad y los afectos de unos por otros, regalos que no tienen precio y tan sencillos como que estéis cerca o que alguien juegue más con sus hijos. Que Cristo haya nacido significa que toda vida es sagrada, no sólo desde su concepción, sino desde toda la eternidad. Hemos sido amados y queridos por Dios, antes incluso de que hubieran nacido nuestros padres. El ser humano no está por encima de Dios. Puede destruir su obra, como podemos destruir este mundo o millones de vidas con una bomba atómica, pero la herida que deja en nosotros, en nuestros hermanos y en la tierra, el retroceso que significa para la humanidad en tanto que humanidad, en tanto que seres capaces de usar la razón, la libertad y el amor que nos definen frente a las demás especies animales, es enorme. Es la humanidad la que retrocede con este genocidio silencioso al que se nos invita y que ahora se promueve, genocidio que se impone a ciertos profesionales como si fuera una obligación –repito: el mismo tipo de obligación que las que tenían los oficiales en los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald en los que no podían rebelarse porque eran órdenes superiores-.
Nosotros no tenemos que luchar contra nadie, tan sólo celebrar bien la Navidad, la Eucaristía. Sólo tenemos que ser lo que somos, expresar que porque Cristo ha nacido toda persona -hasta el anciano con demencia senil más humilde y pobre, hasta el muchacho deforme- es la imagen viva del Dios que es amor, del Dios que se ha entregado por nosotros para rescatarnos del pecado y la desesperanza.
El tono de mis palabras puede haceros pensar que estoy haciendo campaña. Ni mucho menos. Se trata de libertad, libertad que no la dan las leyes, sino que nace de Dios, y que nadie nos puede arrebatar. Libertad para vivir y amar al mundo, a las personas, y amar no con un amor místico, ¡sino con el amor humano en el que se ha encarnado el Hijo de Dios! Cada uno en su vocación y en su puesto puede querer apasionadamente a las personas que el Señor le pone delante: jefe, compañeros de trabajo llenos de envidia, gente insoportable, o ese familiar que siempre te echa en cuenta cosas que se imagina.
El tono de mis palabras puede haceros pensar que estoy haciendo campaña. Ni mucho menos. Se trata de libertad, libertad que no la dan las leyes, sino que nace de Dios, y que nadie nos puede arrebatar. Libertad para vivir y amar al mundo, a las personas, y amar no con un amor místico, ¡sino con el amor humano en el que se ha encarnado el Hijo de Dios! Cada uno en su vocación y en su puesto puede querer apasionadamente a las personas que el Señor le pone delante: jefe, compañeros de trabajo llenos de envidia, gente insoportable, o ese familiar que siempre te echa en cuenta cosas que se imagina.
Os doy dos consejos muy sencillos para vivir la Navidad. El primero es que nos paremos un momento a adorar al Niño Jesús en el Belén que hay en vuestras casas. El significado del Belén es que vuestra vida, la de vuestros hijos, la de cada persona con la que nos cruzamos por la calles es preciosa, que cada vida vale más que todos los retratos del Museo del Prado, porque es una imagen viva y hablante de Dios. ¡Eso es la belleza!
Pararos un momento y explicadle a los niños que vivimos de una forma distinta al mundo porque sabemos esto, no simplemente porque lo creemos, sino porque tenemos la experiencia que nos ha entregado la Iglesia, la experiencia de que a la luz del Belén, como a la luz de la mañana de Pascua, es posible, en medio de un mundo de pecado, vivir entre nosotros una humanidad bellísima, incomparable, donde se ve a Dios en cada rostro humano de cualquier lengua y clase social. ¡Pararos un momento para daros cuenta! No significa eliminar las celebraciones normales con turrón y champán. Precisamente, es esto lo que les da sentido. Porque si falta este sentido entonces uno puede comprender a las personas que dicen que son las fiestas más tristes, porque les falta un hijo o porque les ha sucedido cualquier otra desgracia. ¿Cómo abrir entonces una botella de champán? ¿Cómo cantar y celebrar entonces la alegría? ¡Claro que sí! No a lo mejor con la superficialidad de muchas cenas o villancicos tal como los celebramos o vivimos en ocasiones, pero sí con la conciencia de que gracias al nacimiento de Cristo el llanto por un hijo muerto no es la última voz que resuena en la creación. Por todas partes resuena otra voz mucho más poderosa que abraza hasta al pecador más terrible, un voz cuyo amor lo único que hace al ver nuestra miseria es llorar por nosotros. Jesús le dijo a las mujeres: “No lloréis por mí” (Lc 23, 27-31), porque estaba desempeñando su oficio, ¡el oficio de amar! “Llorad más bien por vuestras y por vuestros hijos”. Éste es el primer consejo: pararse un momento para ser conscientes de ese amor.
El segundo es éste: pensad en diez regalos que no se compren, de los que no cuestan, regalos que valen mucho más que los que se pueden comprar. Dádselos a vuestra mujer o a vuestro marido, decidle algo a la persona que no soportáis en la cena, responded con amor a una ofensa y no entréis en su juego, escuchad unos minutos a la persona que no aguantáis sin protestar interiormente, haced algo que sea bello, que os construya.
En un pasaje de un evangelio apócrifo se dice que Jesús caminaba con sus discípulos cuando se toparon con el cadáver de un perro descomponiéndose. Los discípulos le dijeron: “Jesús, qué mal huele”, pero Jesús les hizo notar que sus dientes eran muy blancos. No hay, pues, ser humano por el que no podamos hacer esto. Ése es el regalo que tenemos que aprender para extender así el testigo del amor, el tejido de la Iglesia. No os olvidéis de intentarlo. Si no podéis diez haced cinco, y si no, dos. Pero no dejéis pasar la Navidad sin hacer un regalo de los que no se pueden comprar o pagar. Porque no tienen precio.
† Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Arzobispo de Granada
La he tomado de:
ODISUR, Servicio para la comunicación de los obispos del sur de España
http://www.odisur.es/index.php?mod=diocesis&dioc=6&idsecc=44&id=5416
lunes, 15 de agosto de 2011
Patinaje
La foto no tiene calidad, lo sé, la hice con un móvil, pero es uno de los carteles, en este caso una hoja cuadriculada tamaño cuartilla, más divertidos que he visto. Divertido por su contexto. Está hecha en Cádiz, en la plaza de San Antonio en diciembre del 2008, cuando al poner la pista de patinaje, el hielo no cuajaba. Así estuvo varios días, y alguien tuvo la ocurrencia de proponer lo que se puede leer en el cartelito:
viernes, 12 de agosto de 2011
Pulseras constitucionales
Con los logotipos de Radio Cádiz (Cadena SER) y La Pepa 2012 (del Consorcio del Bicentenario), se están repartiendo unas simpáticas pulseras constitucionales que pueden confundir al personal.
Se incluyen seis rotulitos con seis artículos constitucionales, pero no se indica de qué Constitución española se trata y, en la fiebre del Bicentenario, algún incauto puede pensar que son artículos de la Constitución de 1812, cuando sólo dos de los seis son de la constitución gaditana y los cuatro restantes de la de 1978.
Concretamente, de la de Cádiz se incluye el art. 13 (El objeto del gobierno es la felicidad de la nación), y el 371, aunque éste, en la pulsera, se limita a la "Libertad de Prensa", cuando el artículo lo que realmente dice es "Todos los españoles tienen
libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de
licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la publicación, bajo las
restricciones y responsabilidad que establezcan las leyes".
De la Constitución de 1978 se escogen los artículos 14 (derecho a la igualdad), 15 (derecho a la vida), 16 (derecho a la libertad ideológica, religiosa y de culto) y el 27 (derecho a la educación y a la libertad de enseñanza).
La idea no es mala, pero se debería haber indicado la Constitución a la que corresponde cada artículo, evitando que se pueda pensar que todos esos derechos esenciales se dieron ya en 1812, cuando en algún caso, como en la religión, fue todo lo contrario.
jueves, 11 de agosto de 2011
El bache del bohemio
Ayer, como tantos otros, estuve en la inauguración de "El bache del bohemio", la apuesta tabernaria de Luciano Albarrán, una apuesta que me gusta por proceder de quien se podía haber acomodado y ha elegido lo contrario, mientras, seguro, sigue meditando.
Muchos amigos y conocidos en la inauguración, y tuve el privilegio de llevarme el primer tique del local, como certificó Luciano, y muestro en la imagen.
Le deseo éxito, se lo merece.
Muchos amigos y conocidos en la inauguración, y tuve el privilegio de llevarme el primer tique del local, como certificó Luciano, y muestro en la imagen.
Le deseo éxito, se lo merece.
miércoles, 10 de agosto de 2011
Plato combinado
A veces tengo que recurrir al móvil para no perder un cartel "simpático", como éste anuncio de un plato combinado que me encontré en un mesón de carretera en la provincia de Córdoba.
¿Alguien me dice en qué consiste el menú?
lunes, 8 de agosto de 2011
En sitio cubierto...
Se ha puesto de moda ponerse un sombrero, o una gorra, aunque esta moda, copiada de los americanos, lleva más tiempo. Ahora la moda son los sombreros blancos, no los de paja o de palma tradicionales del campo andaluz en verano, los que se han impuesto son los tipo Panamá, en todo tipo de imitaciones, que se visten, no con un pantalón largo y camisa de lino -como se hacía en sus lugares de origen-, sino con pantalones cortos o piratas y camisetas.
Me parece bien. Respeto todos los gustos, como me gusta que respeten los míos, pero me temo que la moda del sombrero no ha venido acompañada de un manual de uso del sombrero, de un manual de buenas maneras, que tiene una norma esencial y otras secundarias. La esencial se resume con el dicho EN SITIO CUBIERTO HAY QUE ESTAR DESCUBIERTO; es decir, cuando entras en un edificio, una casa, o en la taberna, hay que quitarse el sombrero, por educación. Entre las secundarias, hay una importante: no se pone el sombrero en la mesa -o en la barra-, donde se pone comida, sobre todo junto a la consumición de otro.
Me parece bien. Respeto todos los gustos, como me gusta que respeten los míos, pero me temo que la moda del sombrero no ha venido acompañada de un manual de uso del sombrero, de un manual de buenas maneras, que tiene una norma esencial y otras secundarias. La esencial se resume con el dicho EN SITIO CUBIERTO HAY QUE ESTAR DESCUBIERTO; es decir, cuando entras en un edificio, una casa, o en la taberna, hay que quitarse el sombrero, por educación. Entre las secundarias, hay una importante: no se pone el sombrero en la mesa -o en la barra-, donde se pone comida, sobre todo junto a la consumición de otro.
sábado, 6 de agosto de 2011
Rigor histórico y difusión del Bicentenario
Ya dediqué una columna a este tema, pero sigo observando errores en trabajos de divulgación sobre las Cortes y la Constitución de 1812. Decía en la columna que no es lo
mismo escribir una novela que un trabajo de divulgación histórica.
En la novela el autor que escribe sobre acontecimientos históricos se puede permitir licencias literarias
que enriquezcan la verosimilitud de lo que cuenta, como ha hecho Arturo Pérez Reverte en El asedio,
donde se permite guiños a espacios y hechos anecdóticos actuales. Pero si en la novela eso es admisible, no lo es en trabajos históricos por
mucho que se diga que son de divulgación.
Ha ocurrido con el artículo dedicado al Cádiz de las Cortes que se publicó en la
revista La aventura de la historia, donde se puede leer que el barrio de La Viña fue el más expuesto a las bombas
francesas, que el centro de la ciudad era el barrio de Santa Cruz –en el que
se sitúan los cuarteles y una Facultad de Medicina que por entonces no se denominaba así-,
o se altera el orden del recorrido de la procesión cívica de la proclamación de
la Constitución… Ocurre algo similar en las páginas dedicadas al Bicentenario del periódico El Mundo digital, donde se puede leer que los franceses llegaron hasta el Fuerte de la Cortadura, que la denominación “La Pepa” surgió
en 1812, y que su acepción como vida desordenada surgió durante el franquismo,
o que la “tortilla francesa” nació en Cádiz cuando faltó el abastecimiento de
patatas. También en publicaciones editadas por el Consorcio del Bicentenario, como la guía 1812 un
paseo por el Cádiz de la Pepa, o en el propio Centro de Interpretación, se rpite el tópico de la tortilla a la francesa, o se cita a Antonio Alcalá Galiano como “diputado”, dando a entender que lo fue de las Cortes de Cádiz, cuando
se recoge su testimonio sobre la ceremonia de celebración de la Constitución en
la iglesia del Carmen.Hace poco un conocido periodista afirmaba que la publicación de El Conciso fue consecuencia del Decreto de Libertad de Imprenta de 10 de noviembre de 1810, cuando el periódico comenzó a publicarse en agosto de dicho año. Y en el nuevo El Conciso de marzo de 2011, por ejemplo, se puede ver una imagen de Fernán Caballero, diciendo que es Margarita de Morla.
Errores absurdos que crean confusión y que no se deben permitir de ninguna manera, sobre todo en organismos e instituciones dedicadas a preparar la conmemoración del Bicentenario.
jueves, 4 de agosto de 2011
George Orwell y la guerra española
En estos días que se publican comentarios y noticias sobre la guerra civil española, con motivo del 75 aniversario de su comienzo, no está de más recordar estas palabras de Orwell, escritas en "Mi guerra civil española", que circulan por la red desde hace unos meses:
Proyecto de Exposición Cádiz capital del Reino
Como anuncié en una entrada anterior, del 6 de julio, ya se puede
consultar la presentación del proyecto de exposición "Cádiz capital del
reino". En los próximos meses trabajaremos para convertirla en una
exposición virtual y a disposición de todos los interesados.
http://www.uca.es/bicentenarios/portal.do?TR=C&IDR=114
http://www.uca.es/bicentenarios/portal.do?TR=C&IDR=114
martes, 2 de agosto de 2011
Cartel socialista
Este me pareció hermoso por su mensaje.
Debe ser de los años de la guerra 1936-1939 y lo fotografié en el museo del hotel Utopía, en Benalup-Casas Viejas.
Debe ser de los años de la guerra 1936-1939 y lo fotografié en el museo del hotel Utopía, en Benalup-Casas Viejas.
Vida ascendente
Uno de los carteles más divertido de los que he fotografiado.
Ascenso, ¿a dónde?
La foto la hice en Quito.
Ascenso, ¿a dónde?
La foto la hice en Quito.
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