sábado, 27 de julio de 2024

Un menú degustación irregular

Hace unos días, para celebrar un éxito académico de un amigo, estuvimos comiendo en El Faro. El anfitrión eligió el menú degustación, cuya carta estaba sobre la mesa. 

El primer servicio fue una sorpresa. Se anuncia "Cóctel Faro", sin especificar, por lo que esperábamos un plato, tipo cóctel de marisco o similar (por ejemplo, en algunos locales sirven de entrante un cóctel de frutas -al estilo cubano- con algún añadido salado). La sorpresa es que nos sirvieron un Negroni, el famoso cóctel italiano -¿un homenaje a las influencias ligures en Cádiz?-, que, aunque me pareció que el sabor a ginebra predominaba en exceso, estaba bueno. 

El problema surgió cuando uno de los comensales dijo que no bebía alcohol; el camarero que sirvió el cóctel -que no fue quien posteriormente sirvió el resto del menú-, no supo reaccionar, antes al contrario, dejó el cóctel delante del comensal, mascullando algo así como "bueno, que lo aproveche otro", sin tan siquiera ofrecerle otra bebida alternativa. Lo de menos es, como dijo uno de los comensales, que el compañero se quedara con un "plato" menos del menú, lo lamentable es comprobar que nadie en El Faro haya previsto que alguien que no bebe alcohol, puede solicitar el menú degustación.

El segundo plato también sorprendió, aunque por una razón bien distinta. Cuando llegó la "Banderilla de atún y payoyo" comprobamos que no se diferencia de la que distribuye una conocida empresa de salazones de Barbate. No cuestiono que el atún estuviera macerado en las cocinas del restaurante, pero mantengo que no había mucha diferencia con el de la empresa barbateña. O mejor dicho, sí había diferencia, la servida en El Faro tiene la mitad de producto que las barbateñas.

El tercer platillo, "Molletito de atún en manteca" estaba muy bueno. Lo que ocurre es que lo que sirvieron a cada comensal era un cuarto de "molletito" que, dicho llanamente, se come con un solo bocado (lo que se ve en la foto era para dos comensales).

A continuación sirvieron "Almendra y erizo de mar". Una auténtica delicia, en mi opinión, el mejor plato del menú. Una suave crema de almendra, enriquecida con un soberbio helado de erizo, con toques de aceite de oliva. Excelente.

Llegó el turno del "Dobladillo de caballa". Hay muchas versiones de ese montadito que creó Manolo en el bar de la Punta de San Felipe, en todas, incluyendo la de la barra de El Faro, el protagonismo lo tiene la caballa. Excepto en la versión del menú degustación, en la que el dobladillo no lleva caballa. Nos sirvieron un tomate asado, sin piel, sobre una "emulsión" de aceite de caballa y garum. La mayonesa tenía el sabor del aceite de la lata de caballa, pero no había caballa.

Tras la sorpresa del "no dobladillo", llegó otros de los mejores platos del menú, "Langostino de Sanlúcar, piriñaca y La Guita". En el plato un langostino al natural, preparado con manzanilla y un leve toque de garum, sobre una suave crema hecha con los ingredientes de la piriñaca. Muy bueno.
Le llegó el turno a "La tortillita de camarones". Los comensales de más allá de Despeñaperros habían comentado un rato antes su pasión por las tortillitas. Alguno torció el gesto, como yo, cuando comprobé que me sirvieron una fría y dura, no la terminé y no fui el único.

El siguiente plato me ilusionó cuando lo leí en el menú, "Lubina, ostra de Cádiz y salicornia". Recordé la "lubina con ostras" que tanto me gustaba en El Faro en las años 80 y 90 del siglo pasado. Me sirvieron un excelente trozo de lubina, sobre una crema cuyo sabor no puedo especificar, pero que en ningún momento me recordó el sabor de una ostra, ni de un ostión. 
También me dejo a medias la "Morena y asado". La salsa con pimentón estaba buena, la preparación de la morena, bien, pero me tocó un trocito en el que predominaba la gelatina, por lo que apenas pude degustar el sabor de la carne.
Llegó el turno de los postres. El primero, "Higo, higuera y cream", es un helado de higos y cream que, como dijo un compañero de mesa, estaba tan helado, que no se podían apreciar bien los sabores.
Sin embargo, el "Cacao, especia fina y brandy de Jerez", es una logradísima pannacota de cacao con especias, acompañada de un caramelo de brandy, que estaba buenísima.
En resumen, un menú degustación irregular, que deja con unas dudas que habría que resolver.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto es lo que está pasando en esta ciudad a todos los niveles, descuidando los más mínimos detalles. Queremos exprimir al que viene y no tenemos gente preparada, lo que pasó con la bebida alcohólica, o la tortilla de camarones está dura, da igual que los señores se van y no saben. Y lo del helado congelado es para que se fueran antes. Eso en El Faro para que le comunico lo que ocurre en cualquier bar/restaurante.

ARS dijo...

Cierto, el abuso de la hostelería con los turistas, y de paso, con los residentes, es pan para hoy y hambre para mañana. La gente no vuelve a los establecimientos donde los engañan y le clavan, después llegarán las lamentaciones. Pero que eso pase en el restaurante que ha sido santo y seña de la hostelería gaditana, es lamentable. Solo hay que leer comentarios en páginas dedicadas a ello, para ver que es una impresión más extendida de lo que pensaba.

Anónimo dijo...

Claro , después si no hay quórum suficiente se le echarán las culpas al gobierno/ Estado, pero ellos siempre serán víctimas. Nunca en Cádiz hubo tal voracidad para probar / catar distintos locales y restaurantes donde dan de comer, lo de las tortillitas ya me pasó, en mi caso frías . Matarán la gallina de los huevos de oro y llorarán . Ya no hablemos de la calidad / precio/ cantidad , para salir corriendo y no volver.