domingo, 13 de julio de 2014

Se acuesta Lorenzo, se levanta Catalina

Pocas veces al año, una o dos, la puesta de sol coincide con la salida de la luna llena, y en el mes de junio, con la luna llena de julio, es cuando menos tiempo tarda en salir la luna, tras el ocaso. Es un fenómeno, un espectáculo de la naturaleza, hermoso, que procuramos ver cada año, observar cómo se pone el sol y volvernos para ver salir la luna.

Ayer no era un día propicio, pues al atardecer había nubes bajas y bruma que impidieron disfrutar de la casi coincidencia entre el ocaso y la salida de la luna llena en plenitud, pero no obstante fuimos al paseo que conduce al fuerte de San Sebastián.

Lo peor no fue la bruma, que retrasó la visión de la luna, mucho peor, incomprensible, es la contaminación lumínica provocada en todo el litoral, en las playas de Cádiz, por esos potentes focos que el ayuntamiento peperiano se empeña en mantener en las playas, que dificultan, y más con la bruma, ver aparecer a la luna a ras del horizonte.








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