viernes, 28 de agosto de 2020

Carnaval 2021

Mi libro El Carnaval secuestrado (Quorum Eds., Cádiz, 2002), termina con un corto párrafo que, cuando se publicó, no sentó bien a algunos:
"El Carnaval en Cádiz tiene que liberarse de su “síndrome de Estocolmo”, de la asumida herencia de las Fiestas Típicas; de lo contrario parece que camina hacia el suicidio, aunque quizás esto no fuera del todo malo: así podría, cual ave Fénix, resurgir de sus cenizas y retornar a sus orígenes".

En estos días, en que se anuncia la suspensión del concurso de agrupaciones del año 2021, se están escuchando voces que hablan de aprovechar el parón para retornar a unas esencias, en buena medida, perdidas.

No es mala idea. Se debería aprovechar esta triste coyuntura para recuperar un concurso de mayor calidad, más selectivo si se quiere, donde, sobre todo, desaparezcan los personalismos y la excesiva competitividad provocada por algunos egos desmedidos, así como las rivalidades mal entendidas por sectores del público que, en su afán de apoyar a su agrupación favorita, no respetan a otras cuando están sobre el escenario. Y aprovechar para recuperar el control municipal del concurso, pues no es lógico que el concurso lo organicen los participantes.

Pero también para reflexionar sobre las características de las manifestaciones carnavalescas, del auténtico Carnaval en la calle, acabar con los perjudiciales botellones callejeros -tan alejados de la concepción festiva del Carnaval-, revisar la concepción de la cabalgata y los desfiles carnavalescos, las actuaciones en el tablado de San Antonio -que desangelados y fuera de lugar se ven algunas de las actuaciones que allí se organizan, que no tienen nada que ver con el Carnaval-, incluso la concepción de gran espectáculo, excesivamente recargado, del pregón.

Porque debe quedar claro que en 2021 lo que se suspende es el Carnaval, no solo el concurso. Y en este sentido me parecen preocupantes las ambiguas declaraciones de la portavoz municipal Ana Fernández, que no deja clara la postura del equipo de gobierno sobre el carnaval callejero. Pese a reconocer que la calle es más difícil de controlar, plantea la posibilidad de buscar alternativas que garanticen la salud, pero, ¿de verdad considera el ayuntamiento que puede ser factible controlar la calle, cuando considera inviable el reglamentadísimo concurso? ¿No es más fácil garantizar distancias en el Falla que en la calle?

PD. No entiendo la prioridad que le da Ana Fernández al concurso sobre el Carnaval, cuando afirma: "Entiendo a priori que un Carnaval en el que no haya concurso implicaría que no haya Carnaval en la calle porque las cosas van de la mano".

¿De verdad considera que sin concurso no hay Carnaval?

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