lunes, 12 de noviembre de 2018

Tabernas que me gustan: Can Margarit

La Taverna Can Margarit fue un hallazgo de Marieta en nuestra reciente visita a Barcelona, al congreso de la Sociedad de Literatura Española del siglo XIX, celebrado en la Universidad de Barcelona.

Además de pasar por "La Principal" a beber cerveza Moritz (fundada por el alsaciano Luis Moritz hacia 1854), en la calle Concordia, del barrio colindante El Poble Sec, localizamos Can Margarit, una antigua bodega reconvertida, en los años setenta del siglo pasado, en una gran taberna que mantiene la estructura de la bodega, y que solo abre de noche.

Al entrar, una sala de barriles, con cierta sobre carga de velones, en la que la casa invita a un vaso de vino antes de pasar al salón.
En la bodega predominan los vinos del Priorato, del Empordá, del Penedes, pero no falta una barril de Jerez.


La sala, que como el resto de la taberna mantiene la estructura del almacén de vinos -bajo el suelo se mantienen, vacíos, los depósitos de vino-, está decorada con muebles y artilugios de la bodega, creando un ambiente bastante cómodo.

La carta, no muy larga, tiene platos catalanes, murcianos y andaluces, en recuerdo de los ascendentes de los primeros propietarios de la bodega y de la taberna. Es famoso el "conejo a la jumillana", que no pedimos, pues nos decantamos por los caracoles alegres, muy bien elaborados con una salsa ligeramente picante, muy sabrosos.

Pedimos también "patatas al ajo cabril", bien de ajo, pero lo más endeble que comimos. Muy bueno el "variat de Vic", un pan con tomate cubierto de embutidos (longaniza, fuet, butifarra...)

Y unas costillas de cordero, con judías secas, muy buenas, las costelles y las mongetes.

Bebimos una jarra de "vi negre" del Priorat, y para finalizar, nos invitaron a un chupito de... moscatel de la tierra, como debe ser.
Taverna Can Margarit merece más de una visita. 

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