lunes, 17 de julio de 2017

Una conclusión interesada

Ya escribí, en otra ocasión, que la iniciativa de "Cádiz, Capitana del Mar" de intervenir en escaparates de comercios cerrados, aprovechándolos para divulgar datos históricos relacionados con el Tricentenario, me parece un acierto que hay que apoyar. Pero también pedía entonces rigor y evitar errores, y hay que insistir en ello cuando se sacan conclusiones precipitadas e interesadas.

Escribo esta entrada tras escuchar algunos comentarios sobre la costumbre del veraneo en Cádiz, ¡en la época del Tricentenario!, comentarios realizados tras contemplar uno de los paneles expuestos en la calle Beato Diego, en el que se puede leer "en el siglo XVIII ya se veraneaba en Cádiz", y para justificar dicho aserto, se publican las imágenes de dos casas, en Conil y Chiclana, del Conde de las Cinco Torres.
El panel, en el que están incluidas las imágenes, sirve para promocionar, legítimamente, un proyecto hotelero en una de las casas de las Cinco Torres, pero la afirmación sobre el veraneo me parece exagerada e inadecuada.

Vayamos por partes. El condado de las Cinco Torres se concedió el 11 de julio de 1773 al cargador de Indias Sebastián Sánchez Franco, a la sazón vecino de Cádiz, pero originario de Conil, por lo que es lógico que en su población de origen tuviera casa, que arregla en 1779. La segunda casa, la de Chiclana, parece ser que se construyó más tarde, en 1797 y por orden -según Domingo Bohórquez- de José Feduche (o Feduchy) Sánchez, por entonces nuevo Conde de las Cinco Torres.

Conviene señalar que, a finales del siglo XVIII, era costumbre, pero minoritaria y muy elitista, de algunos enriquecidos comerciantes gaditanos desplazarse a Chiclana a descansar y tomar las aguas; Antonio Ponz llamó a Chiclana "quitapesares de Cádiz", pero de ahí a concluir, con los ejemplos dados de los condes de las Cinco Torres, que en el siglo XVIII ya se veraneaba en Cádiz, hay un salto mortal muy importante.

Sin olvidar los libros de viajeros de finales del XVIII y primer tercio del XIX, hay que recordar que el veraneo en España se extendió, gracias a la costumbre de los baños en balnearios y, posteriormente, en el mar, a mediados del siglo XIX entre la burguesía pudiente. Para que llegara a todas las clases sociales, habría que esperar casi un siglo más.    

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