sábado, 3 de marzo de 2012

Charlatanismo político

Hace doscientos años, el 3 de marzo de 1812, el periódico El Conciso publicó en su primara página un artículo, tomado del Diario de La Coruña, con el título que he cogido prestado para esta columna, "Charlatanismo político". En el artículo, su anónimo autor afirmaba que, como nadie debería olvidar, la política es una ciencia que depende de otras muchas, pero que, a pesar de ello, había demasiada gente que se metía en política sin tener el menor conocimiento, la menor preparación. Citando a Aristóteles y Platón, insistía en el carácter de la política como ciencia, "y ciencia muy profunda", de manera que un político debería tener, decía el articulista en 1812, un buen cúmulo de conocimientos y de ideas y, por otra parte, "además de un talento muy despejado, fino, penetrante, circunspecto y profundo, necesita conocer a los hombres y todos los mas ocultos pliegues de su corazón, saber los resortes que ponen en movimiento sus pasiones, el influjo de estas en las acciones humanas, la historia del tiempo pasado, y las circunstancias del presente; necesita ser un verdadero filósofo, meditar como tal, y hablar poco. En una palabra, un buen político está muy distante de ser un charlatán de corrillos, ni un perpetuo sobrestante de plazas y cafés". Se quejaba, sin embargo, el autor, de cómo era posible que en "la época actual" -en 1812- hubiera mucho "político charlatán", incluso mucho escritor metido a político, que "hienden y rajan sin reparo, y hablan… sin saber lo que dicen".

En estas últimas semanas he recordado este lúcido y cáustico artículo sobre la charlatanería política oyendo y leyendo a tantos charlatanes que, sin el menor sonrojo dan muestras, no sólo de poco conocimiento, sino, lo que es peor de hipocresía y, sobre todo, de tomarnos por tontos. Parece que piensan realmente que mensajes contradictorios, que han cambiado de contenido y sentido en unos meses, son creíbles, que nos los creemos. Seguramente por eso, por pensar que los ciudadanos, que los votantes, son ingenuos, los que antes decían que las infraestructuras de la bahía iban a buen ritmo, ahora reclaman al gobierno que asegure la terminación del segundo puente y el tren de alta velocidad, y quienes antes reclamaban mayor celeridad en las obras, ya no abren la boca; quienes anunciaron que si ganaban las elecciones no subirían los impuestos, ahora lo hacen; quienes se quejaron de políticas restrictivas y recortes en prestaciones sociales del anterior gobierno, ahora manejan con soltura las tijeras, mientras se quejan de que la oposición apoye manifestaciones contra la reforma laboral, olvidando las que ellos alentaron no hace más de un año. No es ya el dilema de la botella medio llena, o medio vacía, ni depende del color del cristal con que se mira, ni siquiera, en este caso, es falta de conocimientos, como se quejaba el articulista en 1812, es charlatanismo político, y algo más.
Publicado en Diario de Cádiz, 3 de marzo de 2012

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