Es muy frecuente ver a turistas fotografiando las aldabas de portones gaditanos, son de una gran belleza y variedad, tanta, que hace tiempo escribí sobre la paulatina desaparición de esas aldabas que forman parte del patrimonio gaditano. Abundan las manos que agarran una bola para llamar al portón, las cabezas de león o de caballos, los animales exóticos..., pero encontrar cabezas de elefante es raro.
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sábado, 16 de mayo de 2020
lunes, 7 de abril de 2014
Leones, en Verona y en Cádiz
Es habitual ver aldabas en las que se representa una cabeza de león con una argolla en la boca, que sirve de llamador. Cuando están situadas en las puertas de las iglesias, se relacionan con el derecho de asilo, aunque, en general, la cabeza de león con una argolla en la boca es la representación simbólica de la resurrección y la inmortalidad.
Menos frecuente es ver una gran cabeza de león, con la argolla en la boca, en la fachada de un edificio. Mucha gente, sobre todo turistas, se detienen a mirar y fotografiar los leones que adornan la fachada del número 16 de la calle Ancha, antigua Casa de los Cinco Gremios, hoy sede del Rectorado de la UCA.
En Verona, en una fachada frente a la soberbia Arena, hemos encontrado una figura similar:
Menos frecuente es ver una gran cabeza de león, con la argolla en la boca, en la fachada de un edificio. Mucha gente, sobre todo turistas, se detienen a mirar y fotografiar los leones que adornan la fachada del número 16 de la calle Ancha, antigua Casa de los Cinco Gremios, hoy sede del Rectorado de la UCA.
En Verona, en una fachada frente a la soberbia Arena, hemos encontrado una figura similar:
sábado, 3 de noviembre de 2012
Están robando aldabas
Posiblemente se acuerden ustedes de ese americano
que, subido en una escalera telescópica, estaba arrancando los pequeños
anuncios metálicos que las empresas aseguradoras, de fines del siglo XIX y primera
mitad del siglo XX, colocaban en las fachadas de muchos edificios del casco
antiguo gaditano. Su descaro para, a plena luz del día y sin ningún rubor,
encaramarse a su escalera para arrancar las placas de las aseguradoras, podemos
tomarlo, a la postre, como un acto de pura ingenuidad, en una ciudad donde
grandes elementos del patrimonio histórico y artístico local y otros, aparentemente
menores, desaparecen con casi total impunidad.
Porque lo cierto es que, desde hace años, estamos
padeciendo un continuado expolio de cierto patrimonio al que, en demasiadas
ocasiones, no se le da importancia. Ahí quedan, sin castigo, ni casi
investigación, la pérdida de cañones de varias esquinas, la desaparición de
brocales de pozos y aljibes, de elementos arquitectónicos como columnas de
mármol, adoquines del siglo XVII, lozas de Tarifa, incluso en Cádiz puede
desaparecer, aprovechando una gran obra que contaba con respaldo y apoyo
municipal, toda una marquesina de casi treinta metros de largo, por unos cinco
de ancho, con sus correspondientes doce columnas de más de tres metros de
altura, como ocurrió con una de las marquesinas de la plaza de Las Tortugas,
que no se repuso tras las obras de ampliación del aparcamiento de Canalejas.
Y,
desde hace cierto tiempo, han comenzado a desaparecer aldabas de los portones
de las casapuertas, esos hermosos llamadores que tienen formas diversas y que
tantas veces fotografían los turistas. Entre los más habituales, los que tienen
forma de mano que agarra una bola, o los de cabezas de animales, por ejemplo,
un león que agarra con sus fauces la aldaba, los caprichosos que comienzan con
una cabeza de serpiente, o de cisne, y terminan con un elemento vegetal,
dotando al llamador de un carácter mitológico, los que se componen de una
cabeza de caballo que agarra con el hocico una herradura, o los que,
simplemente, son una argolla labrada..., los hay, como digo, de muchas formas y
representaciones y, posiblemente por eso, se han convertido en objeto de
coleccionismo, cuando no en antojo caprichoso de alguien. Que el objetivo es el
recuerdo o añadir alguno a la colección, se puede deducir del hecho de que,
habitualmente, desparece uno de los dos que formaban el conjunto en el portón.
Sólo en el caso excepcional del Casino Militar, en la calle Ancha, han
desaparecido los dos, pero en este caso se los llevaron los propietarios del
edificio, pues se cuenta que Defensa ordenó llevarse todo lo inventariado,
incluso, dicen, los enchufes, y en el inventario entraban las aldabas que
fueron sustituidas por un cable azul.
Las aldabas forman parte del patrimonio gaditano, como las bolas de
metal que señalaban el final de un tramo de barandilla en las escaleras, que
también están desapareciendo misteriosamente. Están mangando llamadores y me
sorprende que no se denuncien sus desapariciones.Normalmente había un llamador en cada hoja, por eso es llamativo que, habitualmente, solo falte uno. A la izquierda, Veedor 13; a la derecha, Colegio de Arquitectos, en la plaza de Mina.
A la izquierda, Casa Pemán, plaza de San Antonio; a la derecha, Sacramento 42, finca que está en obras.
A la izquierda, Veedor 10; a la derecha, Sagasta 7
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