jueves, 4 de abril de 2024

Paco Chicón


Habíamos hablado en varias ocasiones de celebrar los 50 años de "su" Veedor, aunque a mi me gustaba chincharle recordándole que yo había entrado en el almacén y bar antes que él. En esas conversaciones con Paco Chicón y otros habituales de la barra de El Veedor, cuando se iban a cumplir los 40 años de la llegada de Paco al ultramarinos en 1976, surgió la idea de que investigara la historia del viejo almacén, una investigación que me permitió comprobar que, cuando menos, abrió en 1856.

Comencé a entrar esporádicamente en la parte que era taberna a principios de los años 70. Desde que Paco Chicón se hizo cargo del ultramarinos-bar, tuvo empeño en darle un giro al negocio y lo consiguió a base de tesón y trabajo. Cuando a principios de la década de los 90 nos fuimos a vivir al Mentidero, y Marieta y yo empezamos a frecuentarlo cotidianamente, El Veedor era un lugar al que la gente acudía a degustar vinos cuidados con esmero, junto con buenas chacinas y quesos, un lugar agradable y cómodo en el que pronto trabé conversación con Paco, hasta forjar una sólida amistad. 

Hoy se acumulan las anécdotas vividas con ese burgueño trabajador y amante de la familia, fuertemente enraizado en Cádiz, que, cuando servía un amontillado o una manzanilla, o cortaba lonchas de jamón o cuñas de queso, repetía con legítimo orgullo, "lo podrás encontrar igual, pero mejor, no". 

En Veedor, junto a su barra, compartida con buenos amigos y contertulios, mientras al otro lado Paco Chicón, acompañado de Rafael y Jesús, atendían a parroquianos de la taberna y clientes del ultramarinos, he pasado momentos inolvidables, convertidos en recuerdos entrañables. Por allí ha pasado toda mi familia y decenas de amigos siempre deseosos de volver, allí han encargado -y dejado apuntado- bocadillos mis hijas en días de fiesta o para ir a clase, hemos debatido sobre lo humano y lo divino, hemos apostado -un euro- por un partido de fútbol y hemos jugado a los chinos en grupo, hasta que mi hijo, con apenas 8 años, comenzó a ganarnos a todos y, desde entonces, Paco Chicón solo quería retar a Alberto.  

Se ha ido, antes de tiempo Paco Chicón, no podremos celebrar, como queríamos, su medio siglo en su taberna y ultramarinos. El Veedor ha quedado en buenas manos, pero, qué quieren que les diga, para mi hay un hueco vacío que nadie podrá cubrir.

PD. La foto no es la mejor que tengo de Paco, ni con Paco, pero a los dos nos gustaba.

3 comentarios:

Poliana dijo...

Muy bonito Alberto, con él se van recuerdos de amigos compartidos. Hace un mes nos invitó a desayunar y me prometió unos plantones de tomates.

Anónimo dijo...

Entrañable Alberto. Cierto que lo vamos a echar mucho de menos. Carlos A.

El contador dijo...

Siento tu dolor por la pérdida del amigo.
Un abrazo, querido.
Eduardo de El Puerto, aunque de Rota.