LAS denuncias y protestas por una actuación de la policía local de
Cádiz, en los primeros minutos de la madrugada del pasado lunes 25, han
marcado buena parte de la semana. Ya saben, algunos grupos traspasaron
la jornada del llamado "carnaval chiquito", y después de las 24 horas
seguían cantando por el centro de la ciudad. No parece que pretendieran
instaurar un "lunes de coros chiquito", pero, al parecer, quejas de
vecinos y de personal del servicio de limpiezas, motivó una intervención
policial que, dicen, fue desmedida, incluso llegaron a denunciar a
algún local de hostelería al encontrar supuestos clientes en la calle.
Los sucesos han provocado un debate ciudadano sobre la ocupación
de la vía pública para fiestas y celebraciones, un debate extemporáneo
ya que, en Cádiz, es habitual esa ocupación y casi nunca aparece la
policía local para interrumpir la fiesta, ni para sancionar a un
hostelero exigiéndole obligue a la gente a entrar en su local. Cualquier
vecino de determinadas zonas del centro puede ser testigo, todos los
fines de semana, de cómo hay gente bebiendo, charlando y armando jaleo
en las inmediaciones de bares sin que la policía intervenga, como lo
hizo en la madrugada del lunes. Y no será por llamadas de ciudadanos
quejándose del ruido, que haberlas, las hay. Ocurre algo similar con los
desfiles procesionales fuera de la programación oficial, que cada día
abundan más, o los ensayos de aficionados a dichos desfiles, que no
siempre cuentan con el permiso oficial. Pero en el debate ciudadano
también se plantea qué pasaría si un vecino de la plaza del Palillero,
por poner un ejemplo, denunciara las bandas de cornetas y tambores, o
las dificultades para entrar y salir de su casa por el paso de las
procesiones.
Pero lo malo de esta polémica es que puede ocultar el debate
importante, el que debería girar sobre la aparente restricción de
libertades que se percibe por la ciudadanía. Desde no hace demasiado
tiempo vamos conociendo que a una chirigota, con una excusa más o menos
peregrina, se le revisa el contenido de las pancartas, que quien lidera
una protesta contra el paro en la ciudad recibe visitas de la policía
local y es denunciado por un edil, como se denuncia a quien investiga la
adjudicación de pantallas en la vía pública, o se intenta limitar la
crítica a la situación de la vivienda en Cádiz … Si pudiera parecer
exagerado decir que se restringen libertades, por lo menos da la
impresión de que se están torciendo derechos.
Publicado en Diario de Cádiz, 2 de marzo de 2013
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