Fue un placer presentar el libro de Faustino Núñez Cádiz y lo flamenco en torno a 1812.
El acto, organizado por Eduardo Albadalejo -responsable de la edición del libro y del Boletín Bahía de Cádiz- se desarrolló en la sede de la APC y fue un momento para conversar con un grupo de amigos, como Fermín Lobatón, Antonio Barberán, Enrique Montiel, Desiré Ortega, Amalia Vilches...
El libro de Faustino Núñez sobre lo flamenco en 1812 plantea una cuestión esencial: ¿Cuáles fueron las condiciones sociales y
musicales para que en Cádiz y su Bahía surgiera, mediado el siglo XIX, el
género que conocemos como flamenco? Para Faustino Núñez la hipótesis de partida es que, al legado de romances,
tonadas y demás cantos ‘orientales’ que conservaron los herederos de aquellos
gitanos de mil razas, se sumaría la cultura de la guitarra y el baile bolero.
La cadencia andaluza, y su función de tonalidad armónica propia de la música
española a partir de 1800, contribuyeron a la conformación de los estilos que
dieron lugar al flamenco, cantes, toques y bailes que hoy se sitúan en primera
línea entre las músicas llamadas de raíz, que se hacen en todo el mundo, con
especial aportación gaditana. En este sentido, Faustino explica que los
gitanos que habitaban Cádiz y su Bahía en aquellos años fueron el modelo a
seguir en cuanto a majismo y garbo se refiere, y de los gitanos es el baile y
el zapateo, mimbres con los que décadas después se cantaría, tocaría y bailaría
flamenco. En Cádiz era donde se interpretaba más y mejor el repertorio gitano y
así se convirtió en cantera de tonadilleros y, un siglo después, de los
primeros flamencos. A partir de aquí, de forma pormenorizada y didáctica, examina Faustino los estilos musicales que más influyeron en la
conformación de los estilos flamencos, las seguidillas, majas y boleras,
fandangos, jotas, tiranas y jaleos, tangos y zapateados, zorongos y cachucas,
que servirán de caldo de cultivo a jaleos, peteneras y polos que ayudaron a
encauzar el recorrido de estas músicas hacia lo que se dio en llamar flamenco.
Finalmente, se repasa la nómina de actores y cantantes de procedencia gaditana que
actuaron en los coliseos gaditanos y madrileños en los años finales del XVIII.
Son, en suma, los profesionales que convertirían, con su aportación personal,
esas músicas y bailes populares en verdadero flamenco. Una delicia de libro que recomiendo vivamente.
En la foto, con Faustino y Eduardo.
1 comentario:
No soy amante del flamenco. Nunca me llamó la atención, pero después de leer esta crónica, estaría dispuesto a ver al mismísimo Farruquito acompañado por Juan el Panadero en el Villa Marta.
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