No falla. Cada vez que nos aproximamos a la fiesta de la "quema de los
Juanillos", siempre surge el debate sobre el sentido de la fiesta y si
su celebración es tradicional en Cádiz. Y, aunque ya lo hemos tratado
anteriormente, no está de más volver sobre el asunto.
La fiesta de la "Noche de San Juan", como tantas otras del
calendario cristiano, tiene su origen en una celebración pagana que
festeja la llegada del solsticio de verano, fiesta cuyo rito esencial
consiste en reforzar al sol encendiendo hogueras. La complejidad de la
celebración está en que, si bien el solsticio de verano tiene lugar
entre el 20 y el 21 de junio, la fiesta se retrasa a la víspera de San
Juan, es decir a la tarde y noche del 23, momento en el que se encendían
las hogueras, el fuego, como símbolo purificador. Y, tradicionalmente,
la fiesta del solsticio de verano y las hogueras de San Juan, enlazaban
con otra celebración popular muy arraigada en España, las conocidas como
"verbenas de San Pedro" -el 29 de junio- cuyo sentido es poco conocido y
que, a veces, se explica por la importancia del santo celebrado y por
el hecho de completar casi una semana de fiesta.
En cuanto a si es una fiesta tradicional en Cádiz, si es cierto
que, tras años de no celebrarse, se recuperó a principios de los ochenta
del siglo XX, también es cierto que era una fiesta popular en Cádiz a
fines del siglo XVIII.
Como he recordado en otras ocasiones, un Auto de 1792, firmado
por el gobernador Joaquín de Fondesviela, sirve para constatar su
importante arraigo entre los gaditanos. El Auto, en el que, por cierto,
no se alude a fogatas, ni candelas, trataba de limitar los excesos que
se cometían al celebrar las vísperas de San Juan y San Pedro, pues
además de bailes populares, eran habituales "cantares no decentes y
ademanes que alteran el sosiego", que se prohibieron, al igual que
ocurrió con los puestos que se colocaban en las calles o en los portales
de las casas para vender dulces, mazas, frutas, licores…, ordenando que
en ningún caso las confiterías se mantuviesen abiertas después de las
diez de la noche, ni que las tabernas cerraran más tarde por la fiesta; y
de manera especial se hacía hincapié en "que no anden gentes a
quadrillas con guitarra, gaitas, ni otros instrumentos, ni voceando lo
que se oponga a las buenas costumbres y quietud pública...", avisando
de las penas de arresto que recaerían sobre los que contravinieren lo
dictado en el Auto, prohibiciones que demuestran la fortaleza de las
fiestas de finales de junio en Cádiz.
Publicado en Diario de Cádiz, 22 de junio de 2013
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