El sábado pasado en el PSOE
andaluz cantaron aleluyas cuando se publicó el informe del IESA, que dice que
los socialistas serían la fuerza más votada si se celebraran elecciones
autonómicas. Un 39,2% de los votos,
frente al 30,7% del PP, lo que sitúa la diferencia entre las dos fuerzas
en 8,5 puntos a favor de los socialistas. Lo que no explicaban los exultantes
mensajes es que esa diferencia se debe a la pérdida de apoyos del PP, y no a
una mejora de resultados socialista; antes al contrario, el PSOE ha perdido una
décima de punto, pues en las últimas elecciones obtuvo el 39,3% de los votos y el
PP el 40,6%. Es, pues, la debacle de los “populares” la que concede ventaja a
un PSOE que no levanta cabeza, aunque por unos instantes hayan creído lo
contrario.
Esta absurda euforia de los socialistas
andaluces es una muestra más de lo desnortados que están, pérdida de sentido a
la que no son ajenos ni la cúpula del PSOE, ni los francotiradores que, en
tiempos de crisis, surgen por cualquier rincón disparando sin ton, ni son. Y,
por lo publicado, se constató en la última reunión de la dirección nacional, en
la que, al hacer balance del año, se dedicaron
a la autocomplacencia y a ratificar que lo que tienen que hacer es
oposición al gobierno, y “hacerlo de
manera responsable y desde un profundo compromiso social”, un mensaje
vacuo, retórico y tópico, pues esa, y no otra, es lo tarea que al PSOE le han
encomendado los votantes. No es que tengan que hacerlo, es que no pueden hacer
otra cosa.
Por eso sorprende que de la reunión de la cúpula socialista no haya
trascendido, prácticamente, nada más, que en su informe sobre un año en la
oposición la dirección del PSOE no hiciera mención a la confusa y difícil situación
del partido, limitándose a repetir el manido mensaje de que no es éste el
momento de plantearse el futuro, cuando eso, y no otra cosa, es lo que está
detrás de las discusiones sobre el liderazgo socialista, o sobre la petición
reiterada de que se convoque un congreso extraordinario y primarias para
escoger, o ratificar, al Secretario General que dirija al PSOE en los próximos
años, e ir perfilando quién debe ser el próximo candidato a la Presidencia del
Gobierno. Pérez Rubalcaba fue elegido para ser candidato en noviembre de 2011,
perdió y, por ello, debe ratificarse, o no, su liderazgo. Pero la cúpula
socialista no parece dispuesta. Parece que andan sin brújula, que han perdido
el norte.Publicado en Diario de Cádiz, 22 de diciembre de 2012
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