La campaña contra la instalación de un hotel en el "Campo de las Balas" es un reflejo de la crispación social provocada por la excesiva turistificación de la ciudad de Cádiz.
En mi opinión, a los gaditanos no les molestan los turistas, lo que crispa el ambiente es la consecuencia de una planificación turística muy mal ejecutada, que está provocando un desmesurado encarecimiento de la vivienda y, consecuentemente, la pérdida de población de Cádiz: nadie puede negar la relación entre el descenso de personas empadronadas, con el aumento constante de viviendas turísticas, que poco, o nada, benefician a una ciudad cuyos dirigentes se niegan a establecer la tasa turística.
Mientras que la Junta de Andalucía siga permitiendo la inscripción telemática de viviendas turísticas, sin comprobar las características y condiciones de las mismas, el problema se irá agravando, por mucho que el ayuntamiento de Cádiz intente parchear el problema con denuncias para la revisión de los expedientes.
Muchos gaditanos perciben que están perdiendo su ciudad y la reivindican pidiendo, en este caso, que el "Campo de las Balas" sea un paseo público, para disfrute de todos. Y es una petición muy razonable.
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