Adaptamos la frase de James Carville ("the economy, stupid!") para recordar que, casi al final de su etapa como uno de los principales artífices de
La idea de Monnet la
podríamos aplicar a la ciudad de Cádiz ahora, en un momento en el que la ciudad
sigue manteniendo unas tasas de desempleo de vértigo, pese a la constante
emigración de gaditanos y consecuente pérdida de
población, a pesar de lo cual mantiene un importante problema de vivienda.
También para intentar atajar estos problemas puede servir la cultura.
La
cultura es un elemento fundamental en la dinamización de las ciudades, de la
vida de la ciudad y de sus ciudadanos. El entorno histórico cultural de una
ciudad es un elemento de atracción, capaz de generar también recursos
materiales para los ciudadanos. Y Cádiz, que prácticamente sólo tiene como
recursos propios el mar y la ciudad en sí misma, no debe, no puede abandonar la
cultura, la actividad cultural, porque sin cultura la ciudad se muere. Es
inconcebible una ciudad moderna sin cultura, y Cádiz debe apostar con ella con paso decidido, sin olvidar su pasado.
El Bicentenario de la Constitución de 1812, en el que tantas esperanzas se pusieron para la revitalización social y económica de la ciudad, pasó casi de puntillas dejando casi todas las tareas sin terminar: no se terminó el puente, no llegó la Alta Velocidad, no se terminaron, o no se supieron gestionar, las infraestructuras culturales -como ejemplos, el castillo de San Sebastián y el cobazo que la Iglesia ha dado con el Oratorio-, ni, lo que posiblemente sea más importante, se ejecutó el plan de la Junta de Andalucía para la rehabilitación integral del casco antiguo..., tareas que, si se hubiesen realizado, incluso si se terminaran en un plazo corto, facilitarían la
regeneración económica de Cádiz.
Pero no bastaría con ello. Para que la regeneración económica se consolide, hay que lograr que la
ciudad, restaurada en su patrimonio histórico y cultural, se convierta un referente, no
sólo de la nostalgia cultural, sino también de creatividad, de generación de nuevas ideas y de asunción de las nuevas
tendencias, de una cultura plena que entronque con lo que se hace en otros
lugares, sin olvidar lo identitario, lo propio y popular. Pero con realismo, con atención y
mucha reflexión sobre lo que queremos lograr. Hay que potenciar la cultura como
elemento dinamizador de la ciudad, como eje que sirva para que los gaditanos
recuperen la autoestima y la ilusión, que genere bienestar espiritual y
material. No se debe olvidar que, desde hace demasiado tiempo, Cádiz es una ciudad donde miles de
personas malviven en una economía sumergida, cuando no en paro absoluto, con problemas
de habitabilidad e higiene, una ciudad en la no se puede ocultar la realidad encalando fachadas, multiplicando la propaganda o inaugurando espacios vacíos.
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