El eslogan es brillante, pero no del todo cierto: "PSOE, PP, la misma mierda es".
Si fuera cierto del todo, no estaría la mayor parte de la sociedad española protestando por el recorte de derechos sociales, que el gobierno de Rajoy ha efectuado sobre los regulados durante el gobierno de Rodríguez Zapatero. Aunque sí es cierto que, frente a la crisis, en política económica los dos gobiernos han seguido directrices europeas -de inspiración básicamente alemana- que han perjudicado a los trabajadores.
Pero el problema no es un eslogan, ni la aparente incapacidad para saber diferenciar las políticas sociales del PP y del PSOE. El problema es que la izquierda española sufre complejos que no quiere reconocer y, por tanto, curar. Por una parte, el complejo de superioridad: yo soy más de izquierdas que tu. Por otro, el complejo de Edipo, aquel en el que el hijo reniega del padre. Por eso, en el panorama político actual, parece imposible que haya una coalición de izquierdas, similar a lo que es el PP, para ganar a la derecha. Ni siquiera el ejemplo de la Segunda República, con la formación del Frente Popular, se mira como modelo, como hizo, sin embargo el PP con la CEDA.
Conviene recodar, otra vez, que, en la Segunda República, mientras la derecha se unió pronto para formar la CEDA (febrero de 1933), hubo que esperar hasta enero del 1936 para que surgiera el Frente Popular, una coalición en la que unieron el PSOE y el PCE y a la que se sumaron diversos partidos, entre los que destacaban Izquierda Republicana, el Partido Sindicalista y otros grupos de izquierda, incluyendo algunos regionalistas, logrando el apoyo moral, incluso con petición de voto, de sectores anarquistas.
Es cierto que la primera seña de identidad que favoreció la inicial alianza entre PSOE y PCE, el marxismo, ya no existe, puesto que el PSOE renunció al marxismo, formalmente con Felipe González, pero también es cierto que en el Frente Popular, por una parte, no todos eran marxistas y, por otra, que hubo partidos que iban más allá, como el POUM. Pero primó la comunión de ideas republicanas y de izquierda, algo que los complejos de las actuales izquierdas impiden. Por eso IU dice que no pactará con el PSOE -aunque lo hace en Andalucía, mientras permite gobernar al PP en Extremadura, el PSOE dice que no pactará con Podemos, y estos los declaran a todos "casta", aunque hayan iniciado leves aproximaciones a IU.
Pero, en general, el problema es el PSOE. Por una parte, parece que nadie quiere pactar con ellos; por otra, no parece que los socialistas tengan una disposición positiva para pactar, incluso da la impresión de que no tienen disposición. Sin embargo debería ser el PSOE el que, desde un análisis objetivo de la situación, buscara un gran pacto para lograr un programa de izquierdas, una alianza a la que todos los grupos deberían de acudir sin complejos, pensando no en liderazgos personales y partidistas, si no en los ciudadanos.
Si buscamos un ejemplo, no hay que ir muy lejos, basta con mirar hacia las perspectivas políticas de la izquierda en Cádiz, y del PSOE en concreto, donde se le ve como un partido roto, de liderazgo discutido y discutible, sin identidad, buscando entre las piedras un candidato. Si desde la objetividad y la humildad, buscara un pacto de izquierdas sin condiciones previas, fundamentado solo en un programa, seguramente se produciría el cambio político que Cádiz necesita. Y lo mismo ocurriría en el resto del estado, si se lograra un pacto nacional programático de izquierdas.
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