Confieso que estaba entre el 9% de los malos patriotas, es decir, no estaba entre el 91% de los buenos españoles que, según Ana Botella, habian mostrado su apoyo -no se sabe a través de que encuesta- a la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos del 2020. Evidentemente tampoco estaba entre los 180 patriotas que, gratis y a costa del erario público, presenciaron en directo el tercer fracaso seguido de la candidatura madrileña (en 2005, para las olimpiadas de 2012; en 2009, para 2016; y en 2013, para 2020), la gran mayoría de ellos, sin función alguna en la presentación de la candidatura en Buenos Aires.
No es que estuviera en contra, es que consideraba y considero, que España no está para cubrir con mis impuestos el capricho de Ruiz Gallardón, continuado por Botella, en medio de la inoperancia y la mala gestión. Y sospechaba que se ponía más énfasis en hacernos tragar a los contribuyentes la rueda de molino del éxito en Buenos Aires, que en convencer a los miembros del COI que tomaron la decisión.
Ahora se señala a malos patriotas que no se han flagelado por el fracaso. Gente insensible como Sergio Ramos, que la noche de la debacle nacional cenaba en un restaurante japonés.
Confieso que yo, esa misma noche, comí sashimi en Zahara de los Atunes.
1 comentario:
Vaya manera de sacar las cosas de quicio las de estos patriotas.
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