En la primera foto, el edificio que, inaugurado hacia 1750, fue reformándose a lo largo del XIX, hasta llegar a finales de los sesenta del siglo XX.
Cuando se derribó el viejo edificio decimonónico, al inaugurado en 1972 se le pusieron ladrillos colorados para no desentonar, excesivamente, con los colores del teatro Falla.
En la reforma de hace unos meses, al colocar una pantalla, que parece de plástico, el color se ha aclarado, rompiendo la mínima armonía cromática anterior.
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