Como se ha convertido en corriente en los últimos años, el propietario de este coche, como tantos otros, vive por encima de sus posibilidades. Se compra un coche de alta gama, tiene que pagar las letras del préstamo y no le llega para pagar el aparcamiento de la plaza de San Antonio. Por eso el pobre, aparca donde puede, aunque esté prohibido y ocupe en paso de peatones.
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