A principios del siglo XX lo tenían claro: la entrada de Cádiz estaba en el punto de confluencia entre la estación de ferrocarril y el muelle de la ciudad. Y ahí estaban, dando la bienvenida a la ciudad, San Servando y San Germán.
Claro que, entonces, lo que hoy es la plaza de Sevilla, era un espacio abierto, en el que coincidían los viajeros que llegaban en tren y los que lo hacían en barco.
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