A las máquinas y automotores se les llama en principio por su número de serie. El de la foto creo que es un 121. La tradición ferroviaria de llamar con nombres de aquí a las máquinas y a los trenes, da para más de un artículo. Además de los nombres actuales, bastante artificiosos y extraños, como Avant, Alvia, Alaris, Civia, etc. Hay que hacer la salvedad de que estos nombres últimos, no hacen referencia a un modelo de tren concreto, sino a una relación comercial que puede ser cubierta por trenes distintos de parecidas características, como de hecho ocurre con los Avant, Alvia y Ave.
Ha habido trenes con nombre propio como el García Lorca, el rápido que unía toda Andalucía con Barcelona, y que antes se llamó Torre del Oro. El nocturno que cubría dicha relación era "El catalán". Ha habido nombres de locomotoras como la Yeyé, de automotores como "El tamagochi" o "El camello" etc. Muchos de estos nombres, empiezan como burla de los propios ferroviarios, y acaban quedándose, incluso con cariño. Ahora se ponen nombres con visión comercial, dando a entender rapidez y calidad de servicio. Pero, a mi entender, el resultado suele tener bastante poca gracia, excepción hecha del AVE, que empezó como acrónimo de Alta Velocidad Española, y ha sido un nombre triunfador que aún perdura.
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A las máquinas y automotores se les llama en principio por su número de serie. El de la foto creo que es un 121. La tradición ferroviaria de llamar con nombres de aquí a las máquinas y a los trenes, da para más de un artículo. Además de los nombres actuales, bastante artificiosos y extraños, como Avant, Alvia, Alaris, Civia, etc. Hay que hacer la salvedad de que estos nombres últimos, no hacen referencia a un modelo de tren concreto, sino a una relación comercial que puede ser cubierta por trenes distintos de parecidas características, como de hecho ocurre con los Avant, Alvia y Ave.
Ha habido trenes con nombre propio como el García Lorca, el rápido que unía toda Andalucía con Barcelona, y que antes se llamó Torre del Oro. El nocturno que cubría dicha relación era "El catalán". Ha habido nombres de locomotoras como la Yeyé, de automotores como "El tamagochi" o "El camello" etc. Muchos de estos nombres, empiezan como burla de los propios ferroviarios, y acaban quedándose, incluso con cariño. Ahora se ponen nombres con visión comercial, dando a entender rapidez y calidad de servicio. Pero, a mi entender, el resultado suele tener bastante poca gracia, excepción hecha del AVE, que empezó como acrónimo de Alta Velocidad Española, y ha sido un nombre triunfador que aún perdura.
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