HACE unos días conocimos que, en estos momentos, lo que más preocupa a
los españoles, aparte del paro, es la corrupción, el fraude y los
políticos. Y es que cada día conocemos nuevos casos de corruptelas,
derroches, apropiaciones indebidas, cohechos, enchufes, multiplicación
de asesores, desvío y malversación de fondos públicos, etc., en todas
las esferas de la administración, desde un pequeño municipio, hasta la
administración estatal, pasando por empresas públicas, bancos o partidos
políticos. Es cierto que no ocurre con todos, incluso que la inmensa
mayoría de los políticos son gente honrada, que hay unos 67.000 cargos
electos en España, frente a unos 250 casos de corruptelas denunciados.
De cualquier forma son demasiadas y escandalizan a la ciudadanía, que no
puede entender casos como Palma-Arena, Gurtel, Fabra, Palau,
Mercasevilla, ERES, Rodríguez de Castro, Mulas, Bárcenas…, sin olvidar
los frecuentes fraudes urbanísticos.
Es evidente que hay que buscar una solución, además de perseguir
sin descanso a los corruptos, a los que engañan a la población. Y la
solución está en la transparencia de las cuentas públicas, en que la
ciudadanía tenga acceso directo y rápido a los presupuestos de todas las
administraciones públicas y a su ejecución, a cómo se recauda y gasta
el dinero de todos. Ya los diputados reunidos en las Cortes de Cádiz
dieron ejemplo cuando decidieron en 1811 que las cuentas de la Tesorería
General se publicaran en el Diario de las Cortes. En la actualidad hay
más y mejores medios para hacer las cuentas transparentes. Por ejemplo,
Antonio B. propone una medida que, quizás, no evitaría todas las
trampas, pero las dificultaría bastante: que las cuentas sean visibles
en línea, que estén en la red, en la página web de las administraciones,
con actualización diaria y publicación de un resumen semanal, que se
podría repetir en el BOE, en el BOJA, o en la publicación
correspondiente de cada administración. Sería más barato que crear un
cuerpo de auditores para fiscalizar las cuentas semanalmente, que es
otra posibilidad.
En cualquier caso, la preocupación de los españoles demuestra
que el interés por lo público es alto, como se constata en las
manifestaciones públicas que repiten "no les votes" y "no nos
representan", o en la propuesta cívica "rodea el Congreso", que, en el
fondo, no es más que un cuestionamiento del actual sistema para reclamar
un nuevo proceso constituyente. Que sería la mejor solución.
Publicado en Diario de Cádiz, 26 de enero de 2013
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