EN cuestión de pocos meses, algo más de seis, el conocimiento, la
educación y la universidad han pasado de ser la "llave del progreso", de
la mejora social y económica, a convertirse en una carga insoportable,
en un gasto poco menos que inútil, además de responsable, junto a la
sanidad, de la crisis económica española.
En estos meses y de forma especial en las últimas semanas, se ha
orquestado, y con éxito, una campaña de desprestigio de la educación y
de la Universidad que sólo tiene parangón con dos momentos dictatoriales
vividos en España: en los estertores de las dictadura de Primo de
Rivera y durante buena parte de la dictadura franquista, momentos en los
que la Universidad se interpretó, desde el poder totalitario personal,
como un centro de agitación política que hacía peligrar los cimientos
del régimen dictatorial. Ahora lo que se plantea es bastante más
sibilino. Se trata de mostrar la educación y la universidad como un
gasto excesivo, no como una inversión necesaria. Y al profesorado como
una suerte de parásito, que vive de las entrañas de lo público
retardando el crecimiento de la economía nacional.
Ahora cualquier botarate predica que el profesor universitario
vive de una mamandurria que no se merece, sin molestarse en conocer cuál
es el sueldo medio en la universidad y que hay un buen número
profesores que ni siquiera son mileuristas. Ahora cualquier bocazas
repite con absoluto desparpajo que España no se puede permitir gastar
tanto dinero en casi setenta universidades, olvidando, u ocultando, que
casi la tercera parte son privadas -y por tanto sin coste al erario
público-, o que ninguna universidad española está entre las 150 mejores
del mundo, sin especificar en qué ranking se han fijado, pues, por
ejemplo, si se mira el Ranking Web de Universidades del Mundo,
encontramos varias españolas entre las 100 primeras.
Pero lo más lamentable es comprobar que cuando se realizan
comparaciones no se usan los mismos parámetros. Por ejemplo, si miramos
el panorama y las estadísticas de alguna de las consideradas mejores del
mundo, por ejemplo Harvard, se hace sin comparar la ratio profesor
alumno de la americana y, pongamos, la Complutense. Ni se examina la
inversión en investigación, en instalaciones, en biblioteca…, sólo se
mira el puesto en el ranking, olvidando los años de inversión continuada
en las universidades de mayor prestigio mundial, frente a lo que se ha
invertido en la universidad y en investigación en España en los últimos
cien años. En este sentido hay que señalar que, tras el esfuerzo
realizado desde los años ochenta, en el año 2009 España invirtió en
investigación y desarrollo el 1,38% del PIB, frente al 2,82% de
Alemania, 2,75 de Austria, 3,02 de Dinamarca, 2, 79 de EEUU (en 2008),
3,96 de Finlandia, 2,23 de Francia, 3,62 de Suecia, o 1,66 de Portugal.
Esta, y posiblemente ninguna otra, es la gran diferencia entre la
universidad española y la de los países de su entorno con los que nos
comparan.
Publicado en Diario de Cádiz, 26 de mayo de 2012
1 comentario:
Y los alumnos no salimos mejor parados: que si somos unos vagos, que si pagamos muy poco por estudiar, que solo estamos en la universidad para protestar...
Están hundiendo todo, están cercenando el futuro.
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