sábado, 17 de marzo de 2012

¡Que todos la conozcan!


            El 16 de marzo de 1812, casi terminando la sesión de Cortes, el Presidente hizo el segundo llamamiento previsto a los diputados para que acudieran a firmar y jurar la Constitución los días 18 y 19. Los diputados, en sesiones previas, habían acordado como se debería dar a conocer y proclamar la nueva norma por todos los pueblos de la monarquía, estableciendo lo que fue un verdadero juramento constitucional y publicando, el 18 de marzo, el Decreto “Solemnidades con que debe publicarse y jurarse la Constitución política en todos los pueblos de la monarquía, y en los ejércitos y armada: se manda hacer visita de cárceles con este motivo”. Con este decreto los constituyentes querían convertir el día de la proclamación de la Constitución en una fiesta revolucionaria para que todos los ciudadanos, sin excepción, conocieran el nuevo código. Por ello estipularon que en todos los pueblos y ciudades de la península y América debían reunirse “los vecinos en su respectiva parroquia, asistiendo el juez y el ayuntamiento, si no hubiere en el pueblo mas que una, y distribuyéndose el jefe superior, alcaldes o jueces, y los regidores donde hubiere más: se celebrara una misa solemne de acción de gracias: se leerá la Constitución antes del ofertorio, se hará por el cura párroco, o por el que este designe, una breve exhortación correspondiente al objeto; después de concluida la misa, se prestará juramento por todos los vecinos y el clero de guardar la Constitución bajo la fórmula siguiente: ¿Juráis por Dios…”.
            La propia Constitución, en su artículo 366, que establecía escuelas de primeras letras en todos los pueblos, ordenó que entre las enseñanzas obligatorias se incluyera “una breve exposición de las obligaciones civiles” e, incluso, muchos maestros llegaron a utilizar la Constitución como texto para aprender a leer; y el artículo 368 estableció que “en todas las universidades y establecimientos literarios, donde se enseñen las ciencias eclesiásticas y políticas” debería explicarse el texto constitucional.
            También se arbitraron fórmulas para hacer visible la Constitución. El 5 de mayo se ordenó anotar que había que celebrar el aniversario de su publicación y 15 de marzo de 1813 se decretó solemnizar el día 19 de marzo como “el recuerdo más digno del aprecio de los buenos y leales españoles, por haber recibido aquel día el código sagrado de su libertad y de sus derechos”, para exaltar “el entusiasmo nacional”; el 14 de agosto de 1812 se ordenó “que la plaza principal de todos los pueblos de las Españas…, sea denominada en lo sucesivo Plaza de la Constitución, y que se exprese así en una lápida”, en mayo de 1813 se propuso que se levantaran monumentos a la Constitución en todas las ciudades, en junio de 1812, gracias a un donativo privado, se decidió acuñar medallas conmemorativas, se editó el texto en forma de obleas, se publicaron barajas, abanicos… De poco sirvió. Fernando VII, el Deseado, que tan plácidamente había vivido en Francia mientras que sus “súbditos” luchaban por la independencia, anuló la Constitución y la obra de las Cortes, “como si nunca hubiesen existido”.
Publicado en Diario de Cádiz, 17 de marzo de 2012

1 comentario:

Jesús dijo...

Muy interesante artículo. Muy bueno e instructivo trabajo de historiador y publicista. Queremos más. Gracias.