Los argumentos de Javier Arenas para justificar su ausencia en el debate electoral de anoche, no tienen fundamento. Ha dicho que no acudiría al debate por la falta de neutralidad de Canal Sur, que acepta debatir en TVE, en un día aún por determinar de los que restan de campaña, e, intentando empañar la imagen de los que sí han aceptado el debate, Griñán y a Valderas, los acusa de "vetar al Parlamento andaluz", porque el debate no se ha realizado ahí, usando una argucia clásica en el argumentario del PP, la que trata de confundir al electorado acusando a sus contrarios de menosprecio a la institución parlamentaria, cuando se está hablando del recinto, de un escenario.
Lo cierto es que Arenas ha hurtado a los ciudadanos andaluces, a los electores, de la posibilidad de conocer su mensaje sin necesidad de acudir a un mitin de su partido. Y ha impedido que los electores puedan contrastar los mensajes de los candidatos. En cualqier país de amplia tradición democrática, la ausencia de un candidato, en este caso Arenas, a un debate bastaría para descalificarlo ante los votantes, pues es a estos, a los ciudadanos que deben elegir al próximo presidente de la Junta, a los que Arenas ha hurtado el debate, los ha menospreciado.
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