Lo han anunciado en Italia: la Iglesia tendrá que pagar el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles); inmediatamente la Iglesia española se ha puesto en guardia, preparan ya su campaña y dice a voz en grito que exigir a la Iglesia que pague el IBI, como hacen todos los españoles, es “anticlericalismo casposo” y “laicismo agresivo”. Los obispos no quieren perder su paraíso fiscal, dejando claro que, para ellos, la crisis no es cosa de todos, que sus privilegios son intocables, que quieren continuar con su inmunidad casi absoluta ante hacienda, sin las obligaciones fiscales de los trabajadores, que desde este mes notaremos ya el incremento del IRPF.
Se calcula que España deja de ingresar unos 3.000 millones anuales por la exención del IBI de quien sigue siendo el mayor propietario de España, la Iglesia. Mientras tanto, desde el púlpito, siguen hablando de solidaridad, pero no se equivoquen, de solidaridad con el bolsillo de los otros. No sólo no pagan impuestos, sino que reclaman más, quieren seguir haciendo caja, sueñan con consolidar la casilla de la declaración de Hacienda que les adjudica un porcentaje de la contribución, convirtiendo lo que ahora es voluntario en
un impuesto religioso. Mientras lo logran, ya tienen la asignación estatal anual que se publicóen el BOE del 31 de diciembre de 2011, página 14.6615:
"Financiación a la Iglesia Católica.
Durante el año 2012 el Estado entregará, mensualmente, a la Iglesia Católica 13.266.216,12 euros, a cuenta de la cantidad que deba asignar a la Iglesia por aplicación de lo dispuesto en los apartados Uno y Dos de la disposición adicional decimoctava de la Ley 42/2006, de 28 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2007".
No pagan, cobran y todavía les parece poco.
Recomendable la lectura del artículo de El País sobre el asunto.
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