Dicen muchas encuestas, demasiadas, que la lectura no está de moda. O para ser más claro, que cada día se lee menos y, lo que es más preocupante, que los jóvenes cada vez leen menos. Esto no quiere decir que un joven vaya paulatinamente dejando de leer, quiere decir que los jóvenes de ahora leen menos que los de hace una década, y que los de hace una década leen menos que los de la década anterior, y así sucesivamente. Como se ha dicho, el uso de internet y, en menor medida, la información televisada, son los recursos a los que recurren los jóvenes, y los menos jóvenes, para recabar información. Eso se traduce en el poco uso de los libros, incluso en el aumento de las dificultades de comprensión lectora que se detecta, no sólo en niveles de secundaria o bachiller, también entre los universitarios. Y eso no afecta sólo a los libros clásicos, al libro en papel, también afecta al libro electrónico. Por eso todas las campañas de fomento de la lectura son necesarias, por eso se vuelven imprescindibles los días, o las ferias, del libro y, entre estas últimas, tareas como las emprendidas en Guadalajara (México) con su Feria Internacional del Libro son paradigmáticas.
Aunque la FIL oficialmente va por su vigésimo quinta edición, tiene un precedente de casi quince años más de feria local que, a propuesta de la Universidad de Guadalajara y con pleno respaldo municipal, primero, y de otras instituciones después, se ha convertido en lo que hoy es, es un auténtico festival del libro y la lectura en el que miles, millones de personas, recorren en una semana el recinto ferial en el que se instala. En la edición de este año, convocada con el eslogan “somos lectores” y dedicada a Alemania, en reconocimiento a la Feria de Francfort, la más reconocida del mundo editorial, cientos de miles de títulos expuestos por centenas de editoriales y organismos públicos, decenas de exposiciones, varios actos culturales cada día –encuentros universitarios, presencia de escritores, foros de editoriales, intercambio de experiencias entre libreros, etc.- conforman un universo dedicado al libro en el que gente de todas las edades recorren las calles de la feria. Impresiona ver a jóvenes de secundaria curioseando por los puestos de libros, al mismo tiempo que bibliófilos empedernidos que no pueden dejar de aprovechar una oferta que se renueva, en ocasiones, cada día. Se puede comprobar visitando algún puesto que cambia su oferta en función del público esperado: libros juveniles por la mañana, otras propuestas de lectura para la tarde. Esta renovación favorece que el visitante repita más de un día, visita repetida que potencia la variedad y el número de los expositores.
Visitar la Fil de Guadalajara, poder participar en alguno de sus eventos, recorrer sus ordenadas calles, compartir el espacio con gente interesada en los libros, detenerte en los variados y diferentes puestos, es casi un sueño.
Visitar la Fil de Guadalajara, poder participar en alguno de sus eventos, recorrer sus ordenadas calles, compartir el espacio con gente interesada en los libros, detenerte en los variados y diferentes puestos, es casi un sueño.
Publicado en Diario de Cádiz, 3 de diciembre de 2011
1 comentario:
Es natural que decaiga la lectura. El porvenir de quien lee asiduamente es oscuro como nuestro futuro económico, mientras quien no ha leído un libro a lo largo de su vida pude llegar a ser presidente de los E.E.U.U., para desgracia de todos y beneplácito del "Estamos trabajando en ello".
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