Se critica mucho, quizás con alguna parte de razón, las actitudes violentas en las manifestaciones de los trabajadores del metal. Pero se olvida que hay otra forma de violencia soterrada que, sin dudas, provoca la de los manifestantes.
Es violencia, social y sicológica, que la renovación de un convenio colectivo se retrase casi un año: el actual expiró el 31 de diciembre de 2020, por lo que los trabajadores llevan once meses esperando un nuevo convenio.
Y es violento conocer que los negociadores se reunieron el lunes y, como no llegaron a un acuerdo, se citen para hoy miércoles, dejando el día de ayer en blanco. Es muy cómodo, e irresponsable, posponer una negociación, mientras los trabajadores están pendientes de los resultados de la negociación, Esa espera, desespera.
Si las partes quieren solucionar el conflicto, si quieren llegar a un acuerdo, que se sienten a negociar y no se levanten hasta acordar un convenio justo. Solo así se acabaran las protestas en las calles.
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