miércoles, 2 de agosto de 2017

Aprender a nadar en Cádiz en 1778


El 30 de agosto de 1767 un individuo se tiró al agua vestido en el puerto de Cádiz, donde estuvo una hora y diecinueve minutos flotando y nadando. Con la ayuda de una tina, que debió lanzar al agua antes y en la que llevaba diversos objetos, demostró qué se podía realizar en el agua si se conocía la técnica que pretendía demostrar, así, cogió papel y pluma para escribir, leyó unos papeles, comió y bebió, se fumó un cigarro, aparentó dormir la siesta, cargó una pistola y disparó, además de tocar la flauta y arrastrar con una cuerda un bote repleto de gente (Gazeta de Madrid, 15 de septiembre de 1767. La noticia, fechada en Cádiz el 1 de septiembre de 1767).

El personaje que realizó esta demostración de habilidad para mantenerse en el mar, se llamaba Carlos Galup, que pretendía demostrar lo fácil que era nadar y mantenerse en el agua, siempre que se siguiera lo que denominó el “método galupiano”. La demostración, que atrajo a muchos curiosos al cantil del muelle, no pasó desapercibida, como constata la publicación de su hazaña en la Gazeta de Madrid.

Poco sabemos del personaje, apenas que Carlos Galup era natural de la Villa de Calella, Principado de Cataluña, donde debió nacer hacia 1716. También, que fue, en 1747, Ayudante Mayor del Cuerpo de Voluntarios de la República de Génova en la guerra del mencionado año, tal y como indica en el opúsculo que publicó. Y que en 1756, residiendo en Cádiz, cuando el comerciante “matriculado” Francisco Galup solicitó permiso para ir “a Indias” indicó que llevaría como amanuense (también dice el documento, como criado), a Carlos Galup. Es en ese documento donde se dice que Carlos Galup era soltero de complexión fuerte, blanco y de 40 años (A.G.I., Contratación, 5.500, Nº 1, R. 16, solicitud de 21 de diciembre de 1756).

Poco más conocemos, aunque se puede intuir que Galup perseveró en sus demostraciones, como demuestra el opúsculo cuya portada encabeza esta entrada del blog.

Efectivamente, Carlos Galup publicó “una carta” escrita a un amigo, en la que exponía la utilidad y las ventajas de aprender a nadar según el “método galupiano”, aprendizaje válido para personas de ambos sexos, para lo que intentó publicar un manual que, al parecer nunca vio la luz, ya que murió el editor y la publicación se suspendió. No obstante, en la “carta”, Galup proponía a la corona la creación de una Academia de natación en Madrid, para lo que mostró su disposición de trasladarse a la Corte.

No parece que su propuesta al rey tuviese eco, sin embargo, el 10 de septiembre de 1778 logró que el ayuntamiento de Cádiz, tras conceder permiso el gobernador, le diera licencia para abrir una Academia de Natación en Cádiz (A.H.M.C., A. Cap. 10/9/1778). De este proyecto, y del permiso concedido por el ayuntamiento gaditano, se hizo eco el Mercurio Histórico y Político, que recogía una noticia fechada en Cádiz el 26 de enero de 1779 en la que se resumía la demostración de Galup en el puerto gaditano el 30 de agosto de 1767, citaba la “carta” de 1776, y recomendaba la iniciativa de Carlos Galup por considerarla beneficiosa y acorde con los tiempos modernos que corrían (Mercurio Histórico y Político, febrero de 1779).   

No sabemos si la academia llegó a abrir sus puertas en Cádiz, pero parece ser que no, puesto que, según Xabier Torredabella-Flix –citando a J. Ortiz (1842)-, ese mismo año de 1779 Galup debió marcharse a Barcelona, donde, al parecer en esta ocasión sí, estableció “una escuela pública de nadar en seco”. Cuenta también Torredabella-Flix que las ideas de Galup tuvieron eco en prensa extranjera, como el Journal de Litterature, des Sciences et des Arts y The Sporting magazine (Xabier Torredabella-Flix: "Antecedentes históricos del arte de nadar en España (siglo XVI-1807)", Ágora, 17, agosto 2015, pp. 182 a 201).

Una noticia más podemos aportar sobre este curioso personaje. En 1786, cuando el navío San Pedro de Alcántara regresaba a España cargado de caudales de América para la corona se hundió, Carlos III encomendó al Francisco Javier Muñoz el rescate de cuantos bienes pudieran sacarse del navío hundido, tarea que Muñoz, con marinos adiestrados en el buceo, realizó con gran éxito. Como consecuencia de ello, Carlos III ordenó que, bajo la dirección de Muñoz, se habilitase la que sería primera Escuela de Buzos en el año 1778. Pues bien, entre las peticiones de Francisco Javier Muñoz para cumplir el mandato real, fue prioritaria la contratación de su amigo Carlos Galup como entrenador de natación y apnea.

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