A
comienzos del siglo XX, los políticos y los ciudadanos en general tenían
conciencia de que la situación económica de Cádiz era muy negativa, una
percepción que se había visto agravada con la pérdida de las últimas colonias
españolas de ultramar. El derribo de las murallas en 1906 es el mejor ejemplo
de los intentos de paliar la situación, que se fundamentaron en tratar de
conseguir una mejora en las comunicaciones con las obras del puerto, la mejora
de las infraestructuras ferroviarias, la reactivación del transporte marítimo,
la apuesta por el turismo y los intentos de diversificar y ampliar las
actividades industriales.
Derribo de las murallas, a la altura de la Fábrica de Tabacos
Entrada a Cádiz por Cortadura. La carretera de desviaba hacia la derecha, aproximándose a la vía del ferrocarril.
Para solucionar problemas como el
acontecido con la Ford,
las autoridades gaditanas pensaron en la recuperación para Cádiz de una Zona
Franca, un espacio permitiera la instalación de industrias incentivadas por las
exenciones fiscales. Con Ramón de Carranza en la alcaldía la
Zona Franca se convierte en objetivo
prioritario, y se encarga al ingeniero Eduardo Torroja el diseño de un espacio
adecuado para su instalación en unos terrenos que se ganarían al mar a partir
de Puntales y Cortadura. Paralelamente se planteó la necesidad de establecer
una comunicación a través de la bahía hacia Puerto Real, mediante un túnel o un
puente que acortara las distancias, además de plantearse la construcción de un
aeropuerto. Eduardo Torroja presentó su proyecto de Zona Franca y al poco tiempo
un proyecto de puente cuyo estudio fue aprobado por Real Orden del 11 de mayo
de 1928 (Gaceta de Madrid de 29 de mayo de 1928). El puente proyectado por Torroja tenía unos tramos móviles
giratorios para permitir el paso de buques, especialmente los que la Armada tenía en La Carraca.
Eduardo Torroja
Terminada la Dictadura de Primo de Rivera la posibilidad de construir el puente quedó relegada y la iniciativa no se recuperó hasta la Segunda República, cuando, en 1933, el alcalde Manuel de la Pinta se interesó por la localización del proyecto de Torroja, conociéndose que estaba archivado en el ministerio. La guerra y la postguerra posterior relegaron nuevamente la posibilidad de construir el puente sobre la bahía.
1 comentario:
Muy interesante leer que hace cien años ya existieran cuestiones como las empresas que se marchan, la sensación de que Cádiz ha perdido lo que fue, la necesidad de hacer algo, mientras se dan palos de ciego. La falta de apoyo a la ciudad por las autoridades del estado. Y la existencia de un proyecto de puente a cargo de un ingeniero fundamental en la Historia de España, como Eduardo Torroja. Ahora, muchas cosas se repiten o al menos se hacen nuevas versiones.
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