Un local pequeño, acogedor y bien decorado, con apenas tres o cuatro mesas frente a la barra, más un salón interior -al que no accedimos-, donde te ofrecen una de las mejores cartas de vinos que hemos encontrado, muchos de ellos servidos por copas, con una característica poco habitual: pidas el vino que pidas, te lo ofrecen a probar antes de servirlo.
Y de tapas, siguiendo la costumbre granadina, con cada copa un aperitivo diferente, embutidos de calidad con un buen tomate, patés caseros, quesos, sardina ahumada... Un sitio para repetir.
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