martes, 11 de octubre de 2016
La patrona y el alcalde
Que nadie intente dar lecciones de laicismo, que ya me las conozco, y reitero que España, mal que nos pese, no es oficialmente un país laico, es, constitucionalmente, aconfesional.
El asunto de la representación municipal en las actividades religiosas a las que, habitual y normalmente, asistía el Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Cádiz, va a ser motivo constante de polémica, si no se resuelve de una vez por todas. No vale acogerse a una postura personal de laicismo, mientras se representa a una institución que tiene aprobada por su máximo organismo -en este caso el Pleno Municipal- acudir a determinados actos religiosos.
En el caso de la festividad de la Virgen del Rosario, patrona de la ciudad, yo, como individuo particular, como ciudadano de Cádiz, no asisto nunca. Pero si el alcalde de Cádiz no quiere acudir a los actos y no quiere enviar a ningún representante del gobierno municipal, lo que debe hacer es revocar los acuerdos plenarios por los que la ciudad, representada por su Ayuntamiento, acordó hacerlo.
El 2 de noviembre de 1730 los capitulares, en pleno, acordaron la asistencia del Ayuntamiento a cultos de la Virgen del Rosario el primer domingo del mes de octubre. Veinticinco años después, tras el maremoto, un acuerdo plenario de 8 de noviembre de 1755, decidió revisar el acuerdo de 1730, nombrar patrona de la ciudad a la Virgen del Rsario y fijar la asistencia anual a sus cultos el día de su fiesta. Y en 1967, el 26 de mayo, se decidió en pleno nombrar a la Virgen Alcaldesa Perpetua de Cádiz.
Por lo tanto, insisto: si José María González y su equipo de gobierno si no quieren cumplir acuerdos que les obligan, lo que deben hacer es llevar a un pleno municipal la revocación y anulación de los acuerdos plenarios antes mencionados. Y lo mismo pueden hacer con los que afectan a la relación municipal con el Nazareno o con la fiesta de Corpus. Y, ¡Santas Pascuas!
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