Es una opinión, por supuesto, es mi opinión, tan respetable como la de cualquier otra persona.
El 20 de noviembre hay que ir a votar, y creo que hay que votar para que el voto -que expresa una opción-, sirva para algo. La abstención, el no ir a votar, favorece a los ganadores, favorece al partido que va a ganar a pesar del rechazo. Siempre habrá quien vote, quienes voten, y la abstención facilita la victoria a un partido, y no a cualquier partido, al que gana.
Sé que lo que voy a decir es de una simplonería vergonzosa, pero la explicación puede ser tan rudimentaria como lo que sigue. Si sobre 100 votantes, votan los 100, para ganar hay que tener más votos que si solo votan 40. Y además, como los afiliados votan, entre esos 40 la mayoría serán afiliados votando a su partido. Si lo hiciéramos de forma muy simple y redujéramos la fórmula a tres partidos (la cuenta es más simple con dos), el ganador necesitaría 34 votos -los otros dos juntos sumarían 66, pero ganaría matemática y moralmente el que llegara a los 34 votos. Con 40 votantes el ganador sólo necesitaría 14 votos.
Por eso insisto que la abstención, el no voto, favorece al partido más votado.
Votando en blanco ocurre prácticamente lo mismo, pues aplicando la ley D´Hont que se utiliza en nuestro sistema electoral, el voto en blanco pone el listón más alto a los partidos pequeños, a los partidos que necesitan un 3% de votos para entrar en el juego electoral. De esa manera se favorece nuevamente al ganador y a los grandes partidos. Y en España hay más de dos partidos.
1 comentario:
Pes eso, Alberto. No nos olvidemos que en España hay más de dos partidos. Otra obviedad, pero injusta.
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