Sobre la historia de la dictadura franquista, sobre su origen tras una rebelión militar y una cruenta guerra, y sobre la salvaje represión que ejercieron sobre los vencidos en la guerra, se ha escrito mucho, cientos, miles de libros, que narraron, incluso desde la vesania del prisma de los sublevados, los acontecimientos, la gestación del golpe militar y sus terribles consecuencias.
También se ha escrito bastante sobre la historia de la Segunda República y sobre los períodos electorales previos, y los que se desarrollaron durante la etapa republicana.
Sin embargo, ha bastado la reciente publicación de un libro controvertido, para que la Fundación Nacional Francisco Franco saque pecho y exija que los partidos democráticos pidan perdón.
No voy a entrar en los contenidos del libro de Álvarez Tardío y Villa García, titulado 1936: fraude y violencia, aunque apuntaré la polémica suscitada tras su publicación, que tiene un buen ejemplo en la crítica que le ha hecho Santos Juliá, y la respuesta de los autores a dicho comentario crítico.
Lo que me parece tremendo es que desde la fundación que tiene el nombre del dictador, tengan el desparpajo -por no decir otra cosa- de acusar de golpistas a los partidos democráticos, y exija al actual gobierno, al Parlamento español, y, sobre todo, a los partidos políticos y sindicatos que sufrieron la durísima represión franquista, que pidan perdón y restituyan los honores del dictador y sus secuaces.
Desde 1936 el régimen franquista impuso la justicia al revés, para perseguir y acabar con los enemigos de la dictadura. Sus seguidores de la Fundación Nacional Francisco Franco, la misma que vive de subvenciones de gobiernos democráticos, mientras ataca y labora contra la democracia, siguen pensando y actuando igual, mientras que el actual gobierno hace la vista gorda. Vergonzoso.
Aquí el comunicado.
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