La cultura de una ciudad es la de sus
ciudadanos. De nada sirve presumir de una larga y próspera historia, cuajada de
momentos estelares en la cultura y en el devenir histórico, si los
contemporáneos, los que conviven en la ciudad y los que la visitan, no pueden palparla.
La
cultura de una ciudad no se mide por el número de actos culturales, puntuales,
que instituciones públicas y privadas organizan a lo largo del año, ni por los estudios históricos, sociológicos, literarios,
etc., que se publican; ni por las restauraciones de edificios y espacios
públicos que se ejecutan, ni por la recreación de la historia ciudadana que se
realiza levantando monumentos y estatuas... La mejor medida de la
cultura de una ciudad es la del cuidado que ponen los ciudadanos en la
conservación de su patrimonio, de la propia ciudad. Y en eso Cádiz y los gaditanos dejan mucho que desear.
El
vandalismo contra el mobiliario urbano, contra edificios, monumentos, fachadas,
estatuas, fuentes, lápidas y un largo etcétera, en una palabra, contra el patrimonio gaditano, es un grave problema que
demuestra la poca cultura de los que lo ejecutan y de los gaditanos en general.
Hay que acabar con esta lacra, y
terminar con ella no es obligación sólo de las autoridades de la ciudad, es tarea de todos los gaditanos.
Las fotos son de Juan G.
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