SIGO pensando que no todos los políticos son corruptos, presuntamente,
es decir, que doy por cierta su honradez sin necesidad de probarlo. Pero
por el mismo motivo la casi totalidad de los españoles están
indignados, tienen un cabreo colectivo ante los casos que se van
conociendo de corrupción, sinvergonzonería y desfachatez de sus
representantes políticos, y lo hacen por presunción, porque lo creen sin
necesidad de probarlo.
Es cierto que también existe la presunción de inocencia, lo que
no evita que el escepticismo y la irritación crezcan a medida que se
conocen casos, cada vez más truculentos, más sofisticados, más
retorcidos. A alguien se le ocurre, como fórmula social para resolver
problemas laborales en las empresas, los ERES, y enseguida un
personajillo inmoral, planifica, presuntamente, cómo enriquecerse con el
plan, busca socios, compra voluntades y termina ensuciando a toda una
administración. Otro, deportista internacional, hace la boda del siglo,
se siente satisfecho siendo cónyuge real, hasta que, con un amigo, se da
cuenta de que puede vivir todavía mejor, enriquecerse por la cara, por
el título, y acaba hundiendo una institución del estado, hundimiento que
no evita, precisamente, quien la representa cazando elefantes. Otro,
brillante profesional, pasa de asesor del presidente del gobierno a
director de la fundación de su partido, con un buen sueldo, pero en la
fundación maneja dinero y, presuntamente, piensa que parte puede ser
para él, se inventa un seudónimo y se saca un dinerillo extra, legal,
pero absolutamente inmoral. Otro, ex "president" de una "nació", crea
una saga familiar que divide sus funciones, de manera que unos siguen la
estela política y otro, presuntamente a la sombra de esa estela,
enriquece a la familia. Y unos cuantos se afilian a un partido, buscan
financiación para su actividad legítima, hasta que uno de ellos se
percata que los ingresos son cuantiosos y, presuntamente, irregulares y
opacos, por lo que, primero se paga una "convidá" y después se reparte
un dinerillo, reparto que ya dirá la justicia si es legal, pero que es
inmoral, por cuanto los que se beneficiaban del mismo ya cobraban un
sueldo por sus cargos políticos.
Y, mientras tanto, todos ellos participan en la gestión de una
crisis económica recortando salarios y servicios sociales, aceptando
despidos y consignas financieras de quienes la provocaron. Por eso la
mayoría piensa que son unos sinvergüenzas, presuntamente.
Publicado en Diario de Cádiz, 2 de febrero de 2013
1 comentario:
Elegante, muy elegante y si no lo hubiera sido se puede rematar con un : "Todo sea dicho con el debido respeto".
Al parecer, la fórmula, exime de falta.
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