miércoles, 27 de noviembre de 2013

Fabes con compango

Nuestros amigos Juan José y María José fueron de excursión a Asturias y, por suerte, no nos trajeron una camiseta de las que ponen "Estuve en Oviedo y me acordé de ti".

Pero sí se acordaron de nosotros y nos trajeron fabes y compango. Ayer hicimos fabada asturiana.

Tuvimos las fabes en remojo unas horas, escurridas, las pusimos en la cazuela con dos dedos de agua por encima y mientras llegan a hervor, el compango -chorizo, morcilla y tocino bien entreverado, con mucha carne- en agua tibia. Cuando las fabes empezaban a hervir, añadimos el compango, chorizo y morcilla abiertos y el tocino en dos trozos, esperando que volviera a hervir para añadirle un poco de azafrán (cuatro hebras), después, con las fabes a fuego casi mínimo, cumplimos el ritual de asustarlas con agua fría dos veces -rompe el hervor y se cocinan mejor-, dejándolas un par de horas a fuego lento, hasta que quedaron tiernas. No le añadí sal, pues, tras probar, no fue necesario. En total, poco más de tres horas de guiso y  reposaron casi otras tres antes de comer.

No respetamos, como se ve, la costumbre de comer las fabes y el compango separados. Y para acompañarlas, abrimos una botella de Encuentro, un malbec de Bodegas Rutini (Mendoza, Argentina), cosecha 2010, muy bueno, como la fabada.

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