Entender el Carnaval como una posibilidad de negocio es antigua. Basta recordar que el ayuntamiento de Cádiz, que no reconocía el Carnaval como una fiesta de la ciudad en el siglo XVIII, hacía caja con el arrendamiento del teatro para los bailes de máscaras.
Por eso es fácil encontrar en la prensa anuncios de venta y alquiler de disfraces y máscaras, no siempre tan bien ilustrados como este, publicado en La Palma de Cádiz el 24 de febrero de 1884.
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