sábado, 22 de diciembre de 2012

Un visionario en el Cádiz del s. XIX

Lo prometido es deuda. En una entrada anetrior, titulada Anatema, comentaba que el papel encontrado en la calle Cristóbal Colón, que motivó la entrada, me recordaba a Vicente Ferrino, un visionario que vivió en Cádiz a mediados del siglo XIX. Un personaje que se consideraba hijo de Napoleón, a quien, a su vez, consideraba reencarnación de Cristo. Prometí dedicarle una entrada, y aquí está.

Vicente Ferrino nació hacia 1813, seguramente en Génova, y llegó a Cádiz en 1829. Conocemos poco de su vida, apenas que tuvo un negocio de sillas de mano de alquiler y que, posiblemente, vivía -atención Jesús M.- en una accesoria de la calle San Pedro 10, aunque en 1870 se mudó a Jardinillo 22 (actual Cervantes).

Vicente Ferrino dejó dos manuscritos fechados en 1862 y 1866, en los que dejó reflexiones y propuestas para mejorar Cádiz, unos escritos que el consideraba tenía la obligación de dejar como parte de su misión en este mundo, una obligación sustentada en la consideración de que en él mismo se reunían tres personas -o al menos la herencia de dos en el espíritu de Ferrino-, pues se consideraba "hijo" de Napoleón, a quien, a su vez, consideraba un elegido, reencarnación de Cristo; esta identificación le hace firmar como "Vicente Ferrino y Napoleón Bonaparte" o "Ferrino Galo Bonaparte", y afirmar: "Yo hablo en Nombre del padre Eterno que es Dios y en Nombre del primer hombre que ha sido crucificado y en Nombre de la santa causa de los pueblos que es la mía".

En algún instante los escritos de Ferrino nos pueden inducir a pensar que era un loco, pero, en otros muchos momentos, las palabras de Ferrino hacen pensar que la enajenación es pura apariencia, una máscara de la que se sirve para expresar con mayor libertad su pensamiento. Y es que Vicente Ferrino demuestra estar muy bien informado sobre los acontecimientos de la época que le tocó vivir, es muy crítico, casi cáustico, con sucesos, personas e instituciones: desde Isabel II, al alcalde Juan Valverde; desde la Iglesia, a la compañía del ferrocarril; desde la desamortización, al sufragio censitario.

Ferrino trata en sus escritos temas generales e históricos, como la Revolución francesa, o el terremoto de 1755; recoge ideas filosóficas y espirituales, ya sean pensamientos de Platón o las predicaciones de Juan de Wiclef; desfilan por sus manuscritos asuntos nacionales e internacionales, como la política de aranceles, los repartos de tierras, los peligros del maquinismo para los obreros, la crisis económica de 1866, la política del colonialismo...; y temas trascendentes de la ciudad de Cádiz, como la situación de los muelles de Cádiz y la conducción de agua potable, los problemas de vivienda, el empedrado, el alumbrado, etc.

Pero donde Ferrino verdaderamente sorprende es cuando realiza propuestas para mejorar la ciudad de Cádiz, propuestas fundamentalmente dedicadas a mejorar las condiciones de vivienda de los gaditanos, que, con el paso de los años, a veces de muchas décadas, se realizaron.

Por ejemplo, dice que la expansión de Cádiz tendría que hacerse más allá de las murallas de Puertatierra: "[en Cádiz] habrá que hacer muchas casas, sitio hay donde hacerla y cuando faltare sitio se derriban los cuarteles de la Puerta de Tierra y se alarga la ciudad", lo que se hizo ya en el siglo XX. También alude a que enmedio del barrio de Santa María había una fábrica de gas que ocupaba, en su opinión, medio barrio. Propone que se quite la fábrica y se haga un mercado. También acertó, pues, efectivamente, la fábrica de gas existente junto a la iglesia de la Merced, fue derribada construyéndose el mercado de la Merced, en el mismo lugar donde hoy está el Centro de Arte Flamenco. Proponía también quitar los puestos del mercado de la plaza de San Juan de Dios, para dejar expedita la plaza, lo que hizo años después el ayuntamiento presidido por Fermín Salvochea. La misma propuesta hizo sobre el convento de la Candelaria -que ocupaba la plaza actual del mismo nombre-, y aunque Ferrino proponía hacer casas, también durante la alcaldía de Salvochea se acometió el derribo del convento, por entonces en mal estado, para abrir la plaza actual. Propuso asímismo que en los terrenos y edificios del convento de San Francisco, donde estaba en su época el cuartel de la guardia civil, también se le diera utilidad pública y se hicieran viviendas. Aunque no se construyeron casas, ese espacio lo ocupa hoy el Museo de Cádiz.

Pero donde más sorprende la propuesta, y la visión futurista de Ferrino, es en la calle que entonces se llamaba de la Cabra, actual Abreu. Era en 1865 una calle cerrada con entrada por la plaza de la Libertad y que conectaba, a través de una puerta -que no se podía usar públicamente- y un estrecho callejón, con el Campo del Sur. En su interior había casas semiruinosas, y Ferrino propone hacer una calle con salida al Campo del Sur y al desaparecido y estrecho callejón de Santa Ana. Como se puede comprobar en la actualidad, Ferrino acertó. Ahí estuvo la harinera Castro y hacia los años ochenta del siglo XX se construyeron casas dejando en medio una plazoleta pública, actual plaza o calle Abreu.

Otra interesante propuesta de Ferrino se ha vuelto a plantear como solución urbanística a principios del siglo XXI. Decía Vicente Ferrino que "donde estuvo el circo" se podrían construir casas. El circo que cita se situó en la zona ajardinada del Hospital de Mujeres, con entrada por María Arteaga (Cerería en 1865) al todavía denominado callejón del Circo, es decir, los jardines de detrás del Hospitalito de Mujeres, propiedad del obispado de Cádiz. La idea de Ferrino era urbanizar dicho recinto abriendo una calle hacia la que sigue llamándose San Francisco Javier, una propuesta que se ha vuelto a plantear recientemente.

Como se ve, Vicente Ferrino fue un visionario. 

Más información sobre el asunto en mi trabajo "Disidencia y heterodoxia. Una visión crítica de la sociedad decimonónica". En: Historia, memoria y ficción 1750-1850. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 1999. págs. 319 a 341.

2 comentarios:

Jesús dijo...

Gracias, Alberto, por la entrada tan interesante e ilustrativa.

Vemos que a pesar de que en Cádiz no se puede tocar nada" si es posible hacer cambios. Y no estaría mal empezar por abrir, por fin, al público el patio de la calle Circo, en una zona que además carece de espacios verdes y abiertos.

Por otra parte, los textos de Ferrino de los que hablas ¿están accesibles o editados? No estaría mal poder leerlos, siquiera sea en antología. Gracias.

ARS dijo...

No están editados, son manuscritos. Algo más en el trabajo que cito al final.