Andan algunos en estos días, como ha ocurrido años anteriores, recordando que se cumple un nuevo aniversario de la toma del poder de Francisco Franco, lo que para unos es el aniversario de su proclamación como "Jefe del Estado", para otros muchos, el primer paso de su dictadura. Pero lo que no parecen recordar, o no quieren contar, los que celebran el aniversario de la proclamación es que todo fue producto de una marrullería.
Iniciado el golpe de estado del 18 de julio de 1936, la dirección de las acciones de los sublevados se encomendó, el 24 de julio, a una Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Cabanellas y de la que formaban parte los generales Mola, Saliquet, Ponte y Dávila, además de los coroneles Montaner y Moreno Calderón. Pronto, los avatares de la sublevación y algunos roces entre los jefes sublevados, llevó a la ampliación de la Junta con la entrada en la misma, el 3 de agosto, de los generales Orgaz, Queipo de Llano y Franco.
La Junta de Defensa Nacional había asumido "todos los poderes del estado", pero la situación de la sublevación hacía que hubiera dos mandos militares fuertes, uno en el norte, con Mola, otro en el sur, con Queipo de Llano, hasta el mismo día 3 en que Franco estableció su cuartel general en Sevilla. En esa tesitura se planteó la necesidad de contar con un mando militar único, situación para la que Franco estaba en mejores condiciones, pues fueron sus enviados a Berlín y Roma los que lograron la intervención de la Alemania nazi y la Italia fascista en el conflicto español.
En esta situación, el 21 de septiembre de 1936, en una reunión de la Junta de Defensa Nacional se escogió, por mayoría, a Franco para el mando único, nombrándole "generalísimo" de los ejércitos mientras durara la guerra. El voto disidente fue el del general Cabanellas, presidente de la Junta, que se abstuvo y más tarde comentó que el nombramiento era un error, y que Franco no dejaría el mando "hasta su muerte".
Tras decidir el mando militar único, se planteó el político, que se decidió en una reunión de la Junta celebrada el 28 de septiembre. En esa reunión también con las reservas de Cabanellas, se decidió nombrar a Francisco Franco "jefe del gobierno del Estado, mientras dure la guerra", además, se ratificó su nombramiento como "generalísimo" de todos los ejércitos y "general jefe de los Ejércitos de operaciones".
La marrullaría vino a continuación. Se decidió redactar un decreto, encargado al jurista Yanguas Messía, con la participación de Nicolás Franco, hermano del "generalísimo". Cuando se publicó el decreto en el Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional, el 30 de septiembre de 1936, se había suprimido la frase "mientras dure la guerra" y se añadió la coletilla "asumirá todos los poderes del nuevo estado".
Pero no fue suficiente, ya habiéndose impreso bastantes ejemplares del Boletín, el general Dávila consideraba que el nombramiento no era suficiente y, de acuerdo con Nicolás Franco, decidió suprimir también "del gobierno", editando nuevos ejemplares en los que se decía que se nombraba a Franco "Jefe del Estado", como se publicó en la gran mayoría de los periódicos publicados en la zona sublevada, como hizo ABC de Sevilla, que transcribió el decreto en la versión manipulada por Dávila y Nicolás Franco.
Así, entre los días 29 y 30 de septiembre se consumó la marrullería y el 1 de octubre de 1936 Franco fue proclamado Jefe del Estado.
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