Cuando asistes a un debate parlamentario sobre la corrupción, el guión es aburrido: los protagonistas se señalan unos a otros, diciendo que el corrupto es el de enfrente, olvidando que esos gestos pueden provocar el aplauso de los suyos, pero no convencen a los ciudadanos.
Cada vez que se habla de corrupción, y en estos días no se habla de otra cosa, parece que los políticos se olvidan de la gravedad del asunto, no solo por el saqueo de arcas públicas, no solo por la adulteración de la gestión política, también, y casi más importante, por la desafección hacia la gestión pública que provoca la corrupción. Sin embargo, hay que insistir en que no todos los políticos son corruptos.
Aunque se han detectado casos de corrupción que afectan al 18% de los municipios españoles -en la administración local se concentra el 85% de la corrupción-, hasta diciembre de 2022 se había investigado a casi 4.000 politicos, una cifra realmente importante -aunque sea poco más del 5% de los cargos electos-, que empaña la imagen de los políticos, hasta el punto de que, según algunas encuestas, los españoles piensan que casi el 60% de los políticos son corruptos.
Es cierto que la imagen negativa de los políticos se debe en buena parte a ellos, no por las presuntas corruptelas, sino por su cinismo ante la defensa numantina y equivocada de la corrupción que procede de sus propias filas. El peor ejemplo no lo dan los corruptos, sino los partidos a cuyas siglas están afiliados y a su tardía reacción ante los presuntos corruptos.
Retomando y actualizando lo que escribí hace tiempo, hay que recordar que en España hay 8.132 municipios (según el INE), lo que significa que hay igual número de alcaldes y algo más de 67.000 concejales, incluyendo los alcaldes. Hay 19 comunidades autónomas –incluyendo a Ceuta y Melilla-, que, sin citar en muchos casos a presidentes y consejeros, en tanto que ostentan también otros cargos de representación política, suponen en conjunto más de 1.200 diputados autonómicos; a los que habría que sumar el gobierno central y el Congreso y el Senado, que reúnen a más de 600 individuos entre diputados al Congreso y senadores. Todo ello supone que hay un mínimo de 69.000 cargos electos en España.
Aunque se han detectado casos de corrupción que afectan al 18% de los municipios españoles -en la administración local se concentra el 85% de la corrupción-, hasta diciembre de 2022 se había investigado a casi 4.000 politicos, una cifra realmente importante -aunque sea poco más del 5% de los cargos electos-, que empaña la imagen de los políticos, hasta el punto de que, según algunas encuestas, los españoles piensan que casi el 60% de los políticos son corruptos.
Es cierto que la imagen negativa de los políticos se debe en buena parte a ellos, no por las presuntas corruptelas, sino por su cinismo ante la defensa numantina y equivocada de la corrupción que procede de sus propias filas. El peor ejemplo no lo dan los corruptos, sino los partidos a cuyas siglas están afiliados y a su tardía reacción ante los presuntos corruptos.
Y ahora estamos viviendo uno de los casos más graves: dos Secretarios de Organización del PSOE, es decir, dos personas que han sido el número tres en la organización del partido, aparecen en un informe demoledor de la Guardia Civil como presuntos corruptos. Es cierto, como se ha dicho, que falta que un juez de viabilidad penal a dicho informe, pero eso no obsta para que Pedro Sánchez, como secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, tome medidas más contundentes. No basta con pedir perdón, ni recordar que el PP tiene también casos de corrupción pendientes de fallos judiciales, hay que tomar una decisión política, arriesgada sin dudas, pero imprescindible: debe someterse a una moción de confianza.
Hay que devolverle a los ciudadanos la confianza en la gestión pública, en la política, y eso no se consigue señalando la paja en el ojo ajeno, sin reconocer la viga en el propio.
4 comentarios:
Lo esencial es que este asunto se irá aclarando a medida que avance la recogida de pruebas materiales y la instrucción judicial.
Por otra parte que para la derecha el asunto se resuma a pedir elecciones y acabar con el gobierno que preside el sr. Sánchez. no busca la verdad y la condena de presuntos delitos y ejecutores.Solo ansía ocupar la Moncloa y el sillón presidencial.
Mientras se rasgan las vestiduras como si fueran víctimas de una maldición bíblica.Comunidad de farsantes presididos por un demagogo e insulso expresidente de Comunidad Autónoma.
Pero con la Iglesia nos topamos: la Conferencia Episcopal auxiliada arrebatadoramente por el Espíritu Santo en forma de mensaje de la derecha pide también elecciones generales. Y a agitar otro incienso.
Hace tiempo que se debió abolir que la Iglesia percibiera dinero procedente de los impuestos y los conciertos con Colegios Religiosos.
Este último ejercicio también tiene su propio olor.
Jp Morgan también quiere elecciones anticipadas.
La OTAN quiere el 5 del PIB. también lo incluyen en la campaña?.
Queremos que nos Salve el PP y Vox? Quizás no necesariamente necesitamos que nos salve el fascio.Tenemos un gobierno pues eso, sigamos con el día a día.Sin salvadores,sabemos cada cual quienes somos.y podemos seguir
viviendo.
Cuando una puerta se cierra otra se abre.estos acontecimientos siempre arrastran cosas positivas.Descubren quién es quien en muchos ámbitos.
Una de ellas la llegada, tras largos años de una mujer a la secretaria de organización del PSOE.Seguramente Montse Minguez.
Si no me equivoco, las relaciones entre el estado español y el Vaticano se rigen por el acuerdo suscrito el 3 de enero de 1979 y publicado en el BOE el 15 de diciembre de ese mismo año. Es la revisión del Concordato de 1953 en la que, a mi parecer, lo importante no son los artículos derogados, si no los que se mantienen: 7, 15, 16, 18 a 21, y 26 a 32, que son los que hablan de los privilegios de la Iglesia Católica en un estado aconfesional, según dice la Constitución de 1978. Por eso el representante de la Iglesia católica en España puede alinearse con VOX, pedir elecciones adlantadas, incluso el voto para Abascal.
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