domingo, 19 de junio de 2011

Sin camiseta


En Sitges lo prohibieron hace unos años, en otras poblaciones también y recientemente en Barcelona han prohibido caminar por las calles y estar en lugares públicos, excepto en las playas y piscinas, con el torso desnudo, sin camisa o sin camisetas. La medida, que incluye sanciones para los infractores, ha levantado cierta polémica, dividiendo a los vecinos y visitantes entre los que están a favor de la medida municipal y los que están en contra. Yo, sin dudas, me declaro a favor de la medida. No es que sea poco estético, es que es antihigiénico. Pocas cosas hay tan desagradables como estar en una taberna obligados a compartir la barra, cuando no el sudor y la peste consiguiente, con un individuo sin camiseta. Hay que terminar con eso.

5 comentarios:

José Joaquín Rodríguez dijo...

Frase que le dijeron a mi amigo Pablo, soldado español, en Afganistán:

"El burka se lleva mayormente por higiene: las mujeres comen menos, son más débiles y sin ir cubiertas se les infectarían con más facilidad cualquier herida o corte."

El poder público suele esconder, tras el discurso del bien común, el discurso de la ideología particular.

Mariano Del Río dijo...

Aun recuerdo la columna sobre el tema que se publicó en el D.deC., firmada por tí, evidentemente. En aquella ocasión lo compartí, pero en esta, cuando la prohibición es el arma para forzar a una convivencia que debiera ser innata, no me parece tan correcta. Quizás una campaña de "ciudadanía" haría más efecto y evitaría la "prohibición por norma".
Sin embargo, desterraba a los turistas que usan calcetines negros bajo sandalias franciscanas. En esto hay materia para dos o tres tesis.

ARS dijo...

No me vale el ejemplo. los sin camiseta suelen ser bastante rollizos, con barriga cervecera habitualmente.

Mariano Del Río dijo...

En este aspecto, mucho me temo, que tu y más yo, debemos callarnos.

Los fardos de Pericón (1512) dijo...

El guarro es guarro así luzca camisa de seda o terno de Cachemira bordado en Isi y almidonado en Vicente del Moral. Todos conocemos ejemplos muy desagradables -y, por desgracia, muy cotidianos- de señores ataviados con ropa de marca cantando 'La Traviata' desde el 'proscenio' de sus axilas; bien acodado en un bar o a desagradables centímetros de distancia en el autobús.

Lo que hace falta es educación e higiene, que hay mucho cerdo suelto disfrazado de señorito. A mí un señor con el torso desnudo siempre que esté limpio no me molesta; como no me molesta el grosor de su barriga o el calibre de su verruga. Cada uno es muy dueño de ir como quiera, siempre y cuando cumpla las más elementales normas de higiene.

Creo que todos estos tipos de medida son harto represoras y que, en el fondo, encierran infinidad de prejuicios... a menos que queramos volver a la playa Victoria de los 60 y al cartelito de "Prohibido devestirse en esta zona" cuya infracción costaba 10 pesetas.