domingo, 22 de enero de 2017

No toquemos las fechas del Carnaval


No comprendo a los que quieren ponerle fecha fija al Carnaval, sería romper con la historia y la tradición. Además, el Carnaval tiene fecha fija, aunque no sea como la Navidad, pero fijada y establecida y no conviene cambiarla, entonces la fecha, la propia celebración no tendría sentido.

Hay que recordar que el Carnaval es consecuencia de una concepción simple del tiempo, ajustada a los ciclos de las cosechas, que tradicionalmente ha servido para regir la vida de hombres y mujeres.

El francés Claude Gaignebet recuerda que el calendario por el que actualmente nos regimos, el calendario cristiano, es una adaptación consciente del calendario pagano regido por los ciclos lunares de cuarenta días. Por eso el calendario se divide en diferentes períodos cronológicos -“un orden pasional del tiempo” lo denominó Julio Caro Baroja-, que fracciona el año en períodos de alegría y tristeza, de júbilo y penalidad, que se alternan cronológicamente. Podemos considerar que el año comienza con el Adviento -período de intenso trabajo en las duras faenas agrícolas anteriores al invierno-, al que sigue la Navidad, acontecimiento feliz y familiar. Llega después el tiempo de Carnaval, período de duración relativamente variable que normalmente se inicia el 20 de enero, día de San Sebastián y termina el Miércoles de Ceniza, a continuación la época de ayuno y penitencia, la Cuaresma, que culmina con la Semana Santa. Al tiempo de restricciones y dolor sigue un nuevo período de felicidad, la Pascua, con la que se inician los "ritmos de verano", y que conoce momentos culminantes el día de "Corpus Christi" y la noche de San Juan. Llega el verano, época de trabajo en la agricultura por el inicio de las cosechas, que trae también las festividades marianas, y, al terminar, propicia el comienzo del nuevo año. 

Teniendo en cuenta esos ciclos de tiempo, la fecha de celebración del Carnaval varía cada año en función de cuando se fija, en el calendario litúrgico, el Miércoles de Ceniza. Como es sabido, aunque la fecha sea variable, su fijación cada año se estableció en el Concilio de Nicea. Fue entonces cuando, al fijar un momento para la celebración de la Pascua de Resurrección, se estableció una fórmula de cálculo: la Pascua de Resurrección se acordó celebrarla el primer domingo, después del primer plenilunio una vez comenzada la primavera; de manera que el primer domingo, detrás de la primera luna llena a partir del 21 de marzo es Pascua de Resurrección. A partir de ahí se restan siete días de Semana Santa y cuarenta de cuaresma, fijándose entonces el Miércoles de Ceniza; los tres días previos son los de Carnaval.

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