miércoles, 17 de enero de 2018

Visita a la Aduana


Ayer, con un grupo variopinto de ciudadanos -no todos integrados en el Plan C-, pude visitar el edificio de la Aduana, el de la polémica, el que algunos consideran una excelente obra arquitectónica que hay que conservar, el que otros consideran una muestra de arquitectura sin valor alguno, que entorpece el desarrollo de un buen plan para la plaza de Sevilla, y, por tanto, hay que derribar.

La conclusión que, personalmente, saqué es bastante simple. Comenzando por la fachada, por el conjunto, por la apariencia externa, es un edificio más de la arquitectura oficialista, franquista, de los años cincuenta, es decir, una arquitectura historicista, rememorando el antiguo imperio español, que era el de la monarquía de los Austrias, por eso la imitación del estilo herreriano, cuyo modelo era El Escorial.

En el interior, llama la atención la escalera y el vestíbulo marmóreo de la primera planta, concebido como un amplio espacio de mostradores, para atender a un público que, nos dio la impresión, en la actualidad es bastante escaso, por no decir prácticamente nulo; de hecho, ayer brilló por su ausencia.

Y poco más, el resto de las dependencias que visitamos, carecen de valor artístico o arquitectónico: suelos de terrazo, paredes blancas, techos de escayola..., y, salvo algunas sillas algo desvencijadas y viejas máquinas de escribir o contabilidad expuestas como adorno, mobiliario funcional de oficinas de los años sesenta o setenta.

Posiblemente lo más destacable es una pintura de Eduardo Santonja, que aparenta una pintura mural situada en la primera planta, frente al final de la escalera. Y digo que aparente pintura mural, puesto que es un lienzo que, como otros que hizo Santonja, luego se adhería a la pared.

Por lo que, aparte de un espléndido reloj de péndulo que está  en el despacho de la responsable de la Aduana, nada más que merezca la pena vimos en el edificio. Eso sí, desde una terraza en la parte trasera, pudimos comprobar como entorpece la imagen de la vieja y hermosa estación de ferrocarril de 1905.

Mi conclusión es sencilla. Arquitectónica y estéticamente, la Aduana, salvando la pintura de Santonja, el reloj y algunas máquinas antiguas, no merece la pena, se podría tirar. Lo que hay que evaluar es el coste económico de la operación urbanística, y del previo traslado de los funcionarios. Y para esos cálculos, doctores tiene la iglesia.
 

5 comentarios:

Ana dijo...

Pues que salven el lienzo, el reloj y las máquinas de escribir, les busquen un nuevo emplazamiento, y despejen el espacio delantero de la estación.

La venta a un intermediario del mármol de la escalinata, reduciría un poco el coste del derribo. El material de obra se cotiza bastante en las rehabilitaciones.

Anónimo dijo...

Pienso que tiene ud toda la razón pero antes de gastar dinero en destruir creo que sería mejor emplearlo en construir se me ocurre a bote pronto que arreglen el pavimento del Campo del Sur ......que echen un poco de Alberto en en el Parque Genovés...... y si después sobra dinero y hay que derribar, sugiero empezar por “QUECO Y QUECA” Y EL MAMOTRETO DE SANTA BÁRBARA y luego ya vamos viendo.

ARS dijo...

Comparto la opinión anónima que precede. Durante la visita, dije que lo primero que habría que quitar de la plaza de Sevilla era Queco, y junto con Queca, si no se quieren derribar, trasladarlos a otro sitio; el mamotreto de Santa Bárbara simplemente venderlo como material de derribo.
El pavimento del Campo del Sur, y de otras zonas de la rotonda del casco antiguo, necesita un repaso. Y, por favor, no de ideas..., en el parque Genovés, que echen albero, no Alberto.

Juanjo Ariza dijo...

Lo de usar al autor como pavimento del Parque Genovés me parece excesivo jejeje.
En serio, ese edificio no tiene valor arquitectónico ninguno y por contra tapa la fachada de la antigua estación, con cuya imagen la plaza de Sevilla ganaría en vistosidad.

José M. Pavón Cárdenas dijo...

Históricamente, el desarrollo de nuestra Ciudad ha sido centro de discusiones cada ocasión que se publicaba un proyecto urbanístico. Inmediatamente aparecía un grupo a favor y casi al mismo tiempo el correspondiente a llevar la contraria. En los tiempos que vivimos, Cádiz se encuentra en la tesitura de elejir otro modelo de ciudad que permita mejorar las condiciones de habitabilidad, movimiento de personas, peatonalización, integración del puerto en la ciudad, desarrollo de los alrededores de la Estación como Centro Intercambiador de Transportes, etc, etc.... Sin embargo, aún no se ha publicado ni una sola recreación digital que facilite el conocimiento de la población de la visión global de ese grupo de importantes emprendimientos.