El jueves pasado, tras la petición que el Comité de Empresa de AIRBUS trasladó a Luis Lafuente, director de la Escuela Superior de Ingeniería, y por sugerencia del rector, Paco Piniella, acudí a la concentración de los trabajadores a las puertas del muelle de La Cabezuela, para hablar de la importancia que, históricamente, han tenido los vínculos entre la industria y los muelles.
Fue para mi un honor participar en la concentración con los trabajadores, en la que comenté, brevemente, que al menos desde finales del siglo XVI, se ha entendido la bahía de Cádiz como una unidad estratégica desde el punto de vista económico, que el Trocadero se interpretó como un centro neurálgico de comunicaciones y embarque de mercancías, función que se consolidó cuando Cádiz consiguió, primero el privilegio del Tercio de Frutos en la Flota de Indias y, posteriormente, el monopolio del comercio con América y el traslado de la Casa de Contratación. En el Trocadero y Matagorda, además de ser el lugar de embarque de las mercancías, se desarrolló una importante actividad económica, como se constata en un plano de 1792, que informa de las instalaciones existentes: muelles y almacenes, carenero, herrería (o ferrería), es decir, industria del metal, además de oficinas y almacenes del Consulado de Indias, de la Compañía de Filipinas y de la Compañía de La Habana, lo que, por otra parte, provocó el asentamiento de población, mayoritariamente, familias de los trabajadores de dichas instalaciones.
El desarrollo en el siglo XIX es más conocido, cuando se proyectó que el ferrocarril llegara al Trocadero para facilitar el embarque de los vinos jerezanos y, sobre todo, cuando empresario gaditanos decidieron crear un importante carenero de vapor, que no dudaron debía instalarse en el Trocadero y se inauguró en 1846, posteriormente convertido en Factoría de Matagorda, que en 1863 tenía, además del carenero, talleres carpintería y pintura, fraguas, almacenes y, por supuesto, muelles, con una importante actividad que volvió a reforzarse con la instalación, en 1878, del astillero de Antonio López y la Compañía Trasatlántica.
En el primer tercio del siglo XX la importancia de la zona volvió a destacarse cuando se buscaban soluciones a una crisis. La construcción de puerto de Cádiz y la necesidad de mejorar las infraestructuras y comunicaciones, no ocultó que el desarrollo de la ciudad y bahía pasaba por la unión con en el Trocadero, como se constata con el primer proyecto de construir un puente que uniera Puntales y el Trocadero.
Tras la guerra, la administración de la dictadura franquista, volvió a plantear la importancia del Trocadero y Matagorda como punto neurálgico, con los proyectos, de Antonio Durán que, además del puente, planteó una aeropuerto internacional y una gran puerto de usos militar y comercial. Solo se construyó, como es sabido, el puente Carranza, inaugurado en 1969, que se unió, cuatro años después a la autopista Cádiz-Sevilla.
En ese contexto, en 1970 a través del ACTUR, comenzó la urbanización del Río San Pedro. Y en 1975 los denominados "fondos estructurales" para la industrialización favorecieron la llegada a finales de la década de la General Motors.
En 1981 se planteó la unión de los puertos de la bahía bajo una dirección, lo que se ejecutó al año siguiente, quedando una Autoridad Portuaria que coordina cuatro dársenas: la de Cádiz, para pasajeros, comercial y pesca; la de El Puerto de Santa María, de pasajeros y pesca; la de la Zona Franca, comercial; y la de La Cabezuela, comercial e industrial. Como consecuencia de esta reestructuración, enseguida se ejecutaron obras de ampliación y mejora en La Cabezuela.
Y coincidiendo cronológicamente con las obras, en 1985 surge la ZUR de la Bahía de Cádiz. Convertida la bahía en Zona de Urgente Reindustrialización, y con la ayuda del PADE (Programa Andaluz de Desarrollo), en su informe, la ZUR proponía potenciar la instalación de empresas e industrias dedicadas a la Acuicultura, Alimentación y derivados y Automoción y transportes, destacando también el informe la importancia del Polígono de Matagorda y Trocadero por las infraestructuras existentes (muelles y autopista) y la cercanía de los mercados europeo (CEE) y mediterráneo. Así llegó a la zona, en 1988, la industria Aeronáutica.
Para terminar de consolidar ese potencial se proyectó a finales del siglo XX el desarrollo de Las Aletas como centro logístico del triángulo Algeciras, Jerez, Cádiz, a lo que deberían contribuir los proyectos ligados a los Fondos FEDER, entre los que falta uno que se consideró ya esencial a fines del siglo XIX y principios del XX, y que si se hiciera daría gran fortaleza a la economía provincial: el ferrocarril de las dos bahías, la unión ferroviaria de las bahías de Algeciras y Cádiz, que serviría, también, para favorecer la permanencia de industrias como AIRBUS en Cádiz.
AIRBUS no puede cerrar, su pérdida supondría, no solo una nueva sangría laboral, también el deterioro del potencial estratégico y económico de la bahía gaditana y la provincia. Por eso hay que decir bien alto ¡AIRBUS NO SE CIERRA!
Bravo Alberto
ResponderEliminarRelato, condensado y de sumo interés, de cinco siglos que la gente tenía olvidada. Que la Historia del Trocadero no empezó ayer, pero que además debe tener, necesariamente, un papel importante en el futuro inmediato como núcleo industrial de la Bahía de Cádiz considerada como área metropolitana.
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