El domingo 6 de febrero de 1921 comenzaron las fiesta de Carnaval en Cádiz, un carnaval, que estuvo acotado en sus dos primeros días, como ya hemos comentado en otra entrada del blog. Además, como había ocurrido en otras ocasiones, coincidiendo con los días de Carnaval se organizaron rezos de desagravio por la celebración carnavalesca.
Conviene recordar que los actos religiosos de desagravio por el Carnaval son casi tan antiguos como la propia fiesta, ya que se remontan, al menos, a 1556, cuando comenzó en Macerata (Italia) lo que se denominó “Devoción de las Cuarenta Horas”, unas jornadas de liturgia con las que contrarrestar los desórdenes pecaminosos de las Carnestolendas. Esta devoción se divulgó por la geografía católica, y ya a mediados del siglo XVII, según Gerónimo de la Concepción, los Franciscanos Descalzos de Cádiz celebraban con singular devoción el jubileo de las Cuarenta Horas, cultos que fueron reforzados por Bula del 11 de mayo de 1779.
Pese a que las fiestas de Carnaval fueron controladas por el poder político desde mediados del siglo XIX -en Cádiz ocurrió en 1862, con el ayuntamiento presidido por Juan Valverde y en 1884, cuando el alcalde Eduardo Genovés impuso el control de las agrupaciones-, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX los ataques de determinados círculos católicos arreciaron.
En 1897 el obispo de Cádiz, Vicente Calvo y Varelo, denunciaba en una pastoral lo que consideraba un proceso de descristianización de la sociedad. Y unos años después su sucesor, José María Rancés, insistía en los actos de desagravio por El Carnaval, en sendas circulares emitidas en 1900 y 1902, en las que propugnaba por recuperar el “verdadero sentido” de las Carnestolendas, como un tiempo de preparación para la penitencia cuaresmal, línea que continuó Marcial López, que era el obispo de Cádiz cuando se organizaron los actos de desagravio en la iglesia de San Francisco en 1921:
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Su comentario está pendiente de moderación