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sábado, 3 de enero de 2015

Cayetano del Toro


Fue jefe de un partido; todo el mundo
servía y adulaba a Cayetano;
que el que manda y reparte credenciales,
en España es un Dios reverenciado.

Perdió en el ostracismo su influencia:
los más al jefe ilustre abandonaron,
que el sol que más calienta es en política
más digno del cariño y del aplauso.

No deben importarle al señor Toro
la traición, la desgracia, ni el engaño,
que el que peca, según afirma el vulgo,
lleva la penitencia en el pecado.

Y siempre quedará el Doctor insigne
para olvidar tan crueles desengaños,
su gloria, sus prestigios, su talento,
que colocan su nombre entre los sabios.

Juan Antonio Salido y Francisco Pérez Mateos: Ellos y ellas. Semblanzas al vapor, Tipografía Gaditana, Cádiz, 1894

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