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viernes, 7 de noviembre de 2014

Plan C: patrimonio histórico y ciudad viva (I)


Hace casi un siglo que el sociólogo Robert E. Park -a quien descubrí leyendo a Fernando Chueca Goitia- escribió: “La ciudad es algo más que un conjunto de individuos y de conveniencias sociales, más que una serie de calles, edificios, luces, tranvías, teléfonos, etc.; algo más también que una mera constelación de instituciones y cuerpos administrativos, audiencias, hospitales, escuelas, policías y funcionarios civiles de toda suerte. Es más bien un estado de ánimo, un conjunto de costumbres y tradiciones, con los sentimientos y actitudes inherentes a las costumbres y que se transmiten por esta tradición. La ciudad, en otras palabras, no es un mecanismo físico ni una construcción artificial solamente. Está implicada en el proceso vital del pueblo que la compone, es un producto de la naturaleza y particularmente de la naturaleza humana”. (Robert E. Park, The City, Chicago, University of Chicago Press, 1925).

Muchas veces he recordado la cita, en concreto, la frase “es más bien un estado de ánimo”, pensando en Cádiz y en el patrimonio gaditano, y la he vuelto a recordar cuando un grupo de ciudadanos se ha unido para elaborar el PLAN C, un proyecto para la ciudad de Cádiz.

Y es que, pese a que se repita que la configuración actual de Cádiz es, básicamente, la de una ciudad construida y terminada entre los siglos XVII y XIX –el frente amurallado, por una parte, y el caserío, por otra, son los argumentos recurrentes-, es indudable que Cádiz es mucho más, no solo porque su patrimonio histórico, artístico y urbanístico es bastante más rico y variado, como se constata a través de múltiples vestigios materiales, si no porque también se deben considerar otros aspectos, inmateriales e intangibles, que contribuyen a forjar lo que podemos llamar el alma de Cádiz, su estado de ánimo.

Pero al tiempo podemos preguntarnos si los habitantes de Cádiz y, sobre todo sus visitantes, pueden captar el alma de la ciudad cuando pasean por ella. Se les puede proporcionar información, folletos con datos históricos y estadísticos, guías de lugares a visitar, pero ¿sirve todo ello para conocer la ciudad?, ¿es suficiente para realizar una inmersión en la vida de la ciudad y su gente, para entender su naturaleza, su acontecer histórico, su realidad cultural? Tengo la impresión de que no. Y mucho menos cuando comprobamos como, día tras día, se desgajan trozos de su historia y su cultura para presentarlos como hitos independientes, como el paisaje urbano se atomiza en espectáculos visuales, sin contenido real, cuando se intenta reinterpretar lo que no necesita interpretación, cuando se quieren poner miradores al mar, donde ya existe un balcón, cuando se rompe la armonía del conjunto urbano con la excusa de la modernidad, cuando se pretende individualizar y protagonizar lo que es de la colectividad, de la ciudadanía, cuando no se respeta el patrimonio cultural y natural común por parte de aquellos a los que se les ha delegado, en nombre de la sociedad, su cuidado, cuando, en fin, se quiebra el estado de ánimo de la ciudad, el alma de Cádiz.

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