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viernes, 21 de febrero de 2014
¿Existe Cádiz?
A veces pienso que vivimos tan ensimismados, tan creídos, tan orgullosos, tan absorbidos por nuestra propia petulancia de ser gaditanos, que de tanto mirarnos al ombligo, no nos damos cuenta de que Cádiz no existe, que es una invención, una ensoñación, un pasodoble, una poesía en la que nos recreamos.
Por eso, muchas veces imagino que si llegara a este batiburrillo de edificios, calles y gentes que creemos que es Cádiz, un ser racional, o un extraterrestre, y viera el panorama de la ciudad, es bastante probable que, primero se sorprendiera del estar en la inopia que caracteriza a los gaditanos de buen corazón, después se rebelara con los que, consciente y deliberadamente, manipulan la realidad de la ciudad, y que terminara carcajeándose del galimatías con que tratan de convencernos de que vivimos en el paraiso.
Si se piensa bien, todo es un embrollo. Por ejemplo, no hay acuerdo sobre cuántas personas viven en la ciudad, se discuten las estadísticas oficiales, sin que se ofrezcan alternativas, aunque ahora traten de justificar la decadencia poblacional por la desaparición, gracias al iluminado Aznar, del servicio militar obligatorio.
El parque de viviendas, o mejor, de infraviviendas, a veces se reconoce, a veces se oculta, en función de los presupuestos de quienes pregonaban que iban a solucionarlo. Así, cuando la Junta de Andalucía planeó la rehabilitación de la ciudad histórica, pese a las trabas municipales, se anunciaba su programa; cuando no había dinero para las ayudas de rehabilitación, la Junta no denunciaba las infraviviendas y el ayuntamiento destacaba la ausencia de ayuda autonómica; y ahora, que estamos en precampaña y parece que se remonta la situación, se vuelve, por ambas partes, a la denuncia, pero sin ofrecer plan de ayudas. Igual pasa con el paro, que si decrece es mérito de todos, y si aumenta culpa del de enfrente.
Pero lo más llamativo es que se dice que Cádiz es una ciudad terminada, mientras que hay miles de metros cuadrados de espacios por reacondicionar. Todo es una falacia, las administraciones no se ponen de acuerdo, por eso pasear por Cádiz es como pasear por una ciudad fantasma, por una ciudad con necesidades habitacionales y miles de metros cuadrados sin aprovechar, como el antiguo Instituto Rosario, la vieja escuela de artes del Tinte (el Museo provincial tiene edificios sin uso), la escuela de Náutica, el Olivillo, la "Ciudad del Mar" (desde 1992), Valcárcel -da grima leer a un teniente de alcalde manipular la realidad en este asunto-, la vieja estación de 1905, el palacio Recaño, proyectos con décadas de atraso, como la Ciudad de la Justicia, el solar San Luis (en la avenida Cayetano del Toro), el paseo de ronda, con el Campo de las Balas, el solar de Casa -donde se iba a construir el grandioso hospital regional de la Junta-, y muchos edificios y solares más, entre los que cabe señalar lo último, los terrenos de Tabacalera junto al puente Carranza. Espacios y edificios sin ocupar, sin rehabilitar, mientras que en La Viña, el Mentidero, Santa María, o en el mismo centro de la ciudad histórica, hay hacinamiento, se caen techos y la gente malvive.
¿Existe Cádiz?, o es solo una imagen poética de un pasodoble de Carnaval.
ResponderEliminarCon poco o ningún uso, más: El Paseo de Canalejas; los miles de metros2 del muelle que podrían formar parte de la ciudad, si ésta supiera para qué; los bajos del Instituto HIdrográfico, junto a la vía; el Baluarte de la Candelaria; el Centro Reina Sofía; ese patio del Obispado que podría servir de plaza para un barrio que carece de ella.
Mucho espacio sin uso, mucho edificio y casas vacíos; mucha necesidad de vivienda al mismo tiempo, mucha falta de plazas, de sitios donde jugar, reunirse o divertirse. Mucha casa cutre y mucha fachada preciosa del siglo XVIII por restaurar; mucha torre de garita y sillón que no puede visitarse. Los tesoros y las tiendas cerrados, no sea que entren los turistas y se dejen el dinero. Un mercado de abastos que no abre ni los viernes por la tarde, porque para eso ya tenemos Mercadona. Y el eterno pisoteo de cualquier proyecto del Ayuntamiento a la Junta y de la Junta al Ayuntamiento.
Cádiz no se hunde, pero corre el peligro de haber desaparecido en su incongruencia y que los que estamos dentro no nos hayamos enterado, como la corte china en la ciudad prohibida de Pekín a principios del siglo XX, o como esos japoneses que siguieron durante décadas en islas perdidas del Pacífico sin saber que la Segunda Guerra Mundial no había terminado.
Magnífico blog... y magnífica foto la que acompaña a esta entrada.
ResponderEliminarSólo un pero. Leo en esta última la palabra "habitacionales", que me recuerda al lenguaje ampuloso y vacuo de los oradores políticos contemporáneos y de los periodistas metidos a comunicadores con pretensiones. El castellano se ha ido llenando de estos vocablos con sufijo "-al", que hinchan y suenan más finos y sofisticados, por influjo del inglés y aun a veces del francés: habitacional, medical, epocal, amical, educacional, delicuencial... Cierto que algunos (vecinal, por ejemplo) tienen arraigo en la lengua castellana, española o como quiera que se llame, pero otros responden a una moda fatua y funcionan como la decoración recargada que llena cómodas y aparadores con escaso acierto. Normalmente muchos de ellos vienen a sustituir o a palabras pratimoniales -caso de "médico", "educativo", "delictivo"- o bien a frases preposicionales, que suenan menos pretenciosas y sí más naturales. ¿Necesidades habitacionales? ¿Por qué no "necesidades de vivienda? El mérito del buen escritor, como el del buen actor, reside en que hacer que lodifícil parezca natural y sencillo a ojos del lector o del público.
Y termino con las felicitaciones del comienzo.
Gracias, Jesús, por la ampliación de espacios. Ciertamente, hay más, que en el momento de escribir la entrada no me vinieron al teclado, como el solar sin ocupar de Loreto o el edificio de la Junta en la calle Marqués de Valdeiñigo. En cualquier caso, una muestra de la ineficacia de las administraciones, y no es por la crisis, que algunos llevan dos décadas así.
ResponderEliminarGracias Anónimo, por el comentario. La foto la hice el verano pasado desde el Pirulí de Telefónica.
ResponderEliminarEn cuanto al término habitacional, está aceptado por la Real Academia. No aparece en los diccionarios impresos, pero sí e la web, en el adelano de la vigésimo tercera edición, donde dice, habitacional: 1. adj. Perteneciente o relativo a la habitación (‖ lugar destinado a vivienda), y pone de ejemplo, precisamente, la demanda habitacional de una ciudad.
Si lo acepta la RAE, va a misa. Será que se me apareció el fantasma de la ministra Trujillo y sus cacofónicas "soluciones habitacionales". Un saludo.
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